Tras acumular más de 350.000 ejemplares vendidos de sus anteriores libros, la joven autora extremeña Inma Rubiales acaba de publicar su nueva novela ‘Nuestro lugar en el mundo’ (Planeta), en la que prosigue con la ambientación finlandesa y algunos de los personajes de su anterior obra, ‘Todos los lugares que mantuvimos en secreto’. Ayer visitó la Casa del Libro para presentar su última creación.
‘Nuestro lugar en el mundo’ hace evolucionar a los personajes de la anterior novela.
La idea parte de la anterior, de dos personajes que, en un principio, iban a ser secundarios, pero era como una de esas veces en las que los personajes se rebelan completamente y deciden que tú, como escritor, no tienes ningún poder y que van a hacer lo que ellos quieran. Es lo que me pasó, ellos pidieron que tenían que contar su historia, así que cuando terminé ‘Todos los lugares’, me puse a escribir esta porque, además, de parte de la gente había cierto interés en conocer la historia de estos personajes. Sin yo pretenderlo habían robado su corazón.
Debe ser una satisfacción ver que los personajes cobran vida propia.
Sí, la verdad es que encaja bastante con la manera que tengo de concebir la escritura. Para mí, un escritor es simplemente un mecanógrafo, que tiene que ir escuchando a sus personajes y dejándose llevar. Como escritor, en la manera que yo tengo de percibir al escritor, no puede ser alguien que quiera mandar, que quiera imponerles hacia dónde tienen que ir, soy más de dejarse llevar y ver a dónde me llevan. Nora y Luka se ganaron el corazón de los lectores y me acabaron casi obligando a escribir esa historia, me han ido guiando, de la mano, toda la novela.
¿Y por qué Finlandia?
Quería ambientarlas (esta novela y la anterior) en el mismo sitio para poder hacer apariciones de personajes que ya habíamos visto. Es un lugar que me maravilló cuando lo visité y me enamoró completamente, no sólo por lo mágico del escenario, por la cultura finlandesa y por lo que sentía que podía aportar a la obra.
¿Es complicado trasladar la cultura finlandesa y comprenderla desde nuestro prisma?
La verdad es que sí. También fue muy complicado el idioma. Para mí, fue un quebradero de cabeza, porque Luka es finlandés, pero su padre es británico, entonces habla inglés; y Nora habla inglés, pero es española, entonces era como “vale, si están juntos hablan en inglés, pero Luka con sus amigos habla en finlandés, pero si viene Nora, ¿en qué idioma se comunican?”. Fue complicado solucionar eso. He decidido que no voy a escribir otra novela donde haya muchos idiomas, es muy complicado (ríe). Es broma, lo hago porque me encanta complicarme la vida, pero ha sido un quebradero de cabeza.
Después de haber vendido 350.000 ejemplares con las anteriores novelas, ¿hay más presión por la exigencia o tranquilidad de saber que habrá alguien para leer?
Un poco de ambas. Es tranquilidad cuando pienso que no es un cambio muy brusco, que de repente no he hecho un thriller, así que a los lectores de las anteriores les va a gustar esta. Pero, al mismo tiempo, tienes ese miedo, que es humano, cuando sabes que las expectativas están muy altas. Pero creo que esa actitud es buena, porque si no la tuviera, significaría que no me importa lo que estoy haciendo y que no me importa darle al lector un libro de calidad. Espero que ese día no llegue nunca, porque significaría que he perdido la pasión. Es positivo mantenerse alerta, el querer dar siempre lo mejor de uno mismo y ser consciente de que todo es efímero, de que no puedes dar nada por sentado.
¿Ya hay ideas para el futuro?
Por supuesto. Va a haber libros míos para rato (ríe). Llega el momento de ir a otro sitio, con otros personajes.