Las motosierras se pusieron en acción muy pronto este año: el servicio de mantenimiento de parques y jardines acudió ayer a la rotonda de la plaza de As Atochas para talar dos palmeras infestadas por el picudo rojo. Esta plaga asiática se cobraba así sus primeras víctimas del año en medio de la rotonda, donde están a salvo del tráfico, pero no de estos escarabajos que llevan años devorando las palmeras de la ciudad.

En los últimos tres meses, el Ayuntamiento ha tenido que talar 43 ejemplares que los expertos consideraron demasiado enfermos como para sobrevivir. El frío que ha predominado en los últimos días no es una garantía de que el insecto se aletargue, puesto que la que hace verdadero daño es la larva, que se encuentra en el interior, al abrigo de las bajas temperaturas. 

Hay que tener en cuenta que, además, los ciclos biológicos se alargan con las temperaturas más altas, que han sido la norma. Galicia tiene la suficiente humedad necesaria como para mantener a insectos todo el año, y el calor incentiva su desarrollo, generando varias nidadas al año. Esto significa que la plaga avanzará más rápidamente durante este año, sin que los tratamientos fitosanitarios parezcan tener mucho efecto. 
 

Fuentes municipales aseguran que trataron de salvar a las dos palmeras de As Atochas aplicándoles un producto químico, pero sin suerte. Fue necesario cortar el tráfico para las labores de tala y retirada de los troncos de la glorieta que adornaban hasta ayer. Es una imagen con la que los coruñeses se han familiarizado hace tiempo. 
 

Por el momento, el palmeral de Méndez Núñez se mantiene intacto, pero ha tenido que operarse a varios ejemplares de urgencia. Las setenta palmeras se mantienen en pie, dando sombra a los paseantes,  pero su futuro no es halagüeño. Si hace siete años se contabilizaban 900 palmeras en las zonas verdes de la ciudad, ahora quedan cerca de 800.