Lo más probable es que esté todo inventado y que nadie sea ya demasiado original. En un momento en el que, a golpe de click, cualquiera puede acceder a un inmenso mundo a través de internet, poco espacio queda para imaginar cosas nuevas. Distinguirse con un estilo propio es cada vez más difícil pero hay quienes lo consiguen. Este era el caso de Jorge Peteiro (A Coruña, 1959-2013) quien imaginó un universo único, lleno de color y de alegría, fácilmente reconocible por cualquiera que conozca su obra. 

Curro Lariño ‘Curreiro’ tiene una obra similar, pero en el sur. Vive en Cádiz desde hace años pero, tal y como delata su apellido, es gallego de nacimiento, coruñés para más señas. Y no es la única coincidencia que tiene con Peteiro. Su obra es muy parecida y, según varios amigos de Peteiro, las similitudes son demasiadas. 

Es verdad que los paisajes del pintor ya fallecido son casi todos gallegos, mientras que los de Curreiro se centran, en su mayoría, en el sur, en donde vive. El colorido también es una seña que se repite, al igual que otras marcas características, como los marcos de colores o llenos de figuras, objetos o animales, sobre todo, peces y criaturas marinas. Algunos elementos incluso se repiten, como los pájaros o las gaviotas, o las ballenas, presentes en ambas obras. O los enormes molinos eólicos, rodeados de colorido y con líneas de movimiento para representar el viento. Las figuras humanas, muy esquemáticas y representadas prácticamente como monigotes infantiles son otra reiteración en ambas obras, tal y como señalan quienes conocen bien la obra de Peteiro.

Lariño ha organizado un par de exposiciones privadas en la provincia en donde vive. Su catálogo en internet ha llamado la atención de los que trataron en vida a Jorge Peteiro, fallecido en 2013, que se definía como el pintor del color y de la alegría, exactamente como se define Curreiro en su instagram.