En el último número de ‘Current Archaeology’, se daba a conocer el hallazgo de una excavación de la localidad de Bletchingley, en el condado inglés de Surrey. En la misma se encontraba un colgante de plata y de azabache, cuyo pasado se puede remontar hasta el siglo XV. Esta pieza consta de una placa trasera de plata que presenta una forma de vieira, que está circundada por un borde acordonado del que salen las protuberancias que sirven para sujetar la piedra. Esta segunda forma también imita a una vieira, con un relieve con la figura del apóstol Santiago. El investigador Xosé Crisanto Gándara apunta que, casualmente, el Museo Británico cuenta con dos piezas similares, de las cuales una se localizó a 500 metros de esta excavación en 2012, mismo año en el que se localizó la segunda, esta a diez kilómetros.
 

A estas alturas, uno se puede plantear qué tiene que ver esto con A Coruña y con su pasado judío. Pues bien, Gándara recuerda que en la ciudad herculina del siglo XV se vendían este tipo de piezas a los peregrinos que llegaban o embarcaban en su puerto. Los Reyes Católicos llegaron a emitir una orden para cumplir una demanda impuesta por la iglesia sobre la venta de piezas de azabache en la ciudad a los peregrinos, pero la causa no prosperó por tratarse de una práctica habitual: “e que se ha usado traer a vender en todas partes destos nuestros Reynos e cargar e levar para otros Reynos estranos”.

Estas conchas de vieira, junto a otros objetos que viajaban de vuelta con los peregrinos se elaboraban en los talleres de la que se conocía como calle de la Platería, hoy Sinagoga.

Rastro coruñés

Y la vieira dejó también su rastro en la denominada Biblia coruñesa, la Biblia Kennicott. En el Libro de los Salmos, cada uno de ellos se numeraba, dentro del sistema hebreo tradicional, dentro de un dibujo. Muchos de ellos eran abstractos, pero algunas de las figuras eran identificables.
 

Es el caso del salmo número 95, en el que el número aparece en lo que se identifica como una venera, coloreada con pan de oro y de un tamaño similar a los colgantes antes mencionados. “Se trata de una imagen que también estaba presente en las monedas que se acuñaban en la ceca coruñesa y que aludía al contexto de la peregrinación xacobea”, apunta el investigador.
 

“Es este el contexto que vuncula a la iglesia de Santiago con diversos elementos iconográficos de aquel periodo”, indica Xosé Crisanto Gándara. Y no solo se refiere a la venera, “que aún hoy se puede ver al pie de una cruz en el escudo del lado norte de la iglesia”, sino también a algún elemento del pórtico.

En uno de los capiteles del margen izquierdo se puede ver una escena con dos dragones. Se conocen como guivernos (‘wyverns’), con dos patas,  que no arroja fuego por la boca y con las alas plegadas. Esta imagen es muy similar a la que luce en el salmo 96 de la Biblia Kennicott, que figura a continuación del salmo con la versión dorada de la vieira.
 

Recuerda Gándara que estas representaciones iconográficas inciden en esas imágenes cotidianas que se presentaban ante los ojos de Yosef Ibn Hayyim y que este plasmó en el manuscrito, como artista gráfico de la Biblia coruñesa.

De este modo, Ibn Hayyim dotó de “significado local” a la Kennicott, asegura Gándara. Esto ya se vio también en el episodio bíblico de Jonás, que el artista ilustró con un bacalao del Atlántico norte, similar al de la espina encontrada en el número 4 de la calle Sinagoga.