Viajar al pasado es una realidad más posible que nunca. O al menos así lo fue esta mañana para los ancianos de la residencia DomusVi de la Ciudad Vieja, ya que Manuel Arenas, presidente de la asociación cultural The Royal Green Jackets y dueño de la histórica librería Arenas, llevó allí a cabo una charla en la que explicó cien años de evolución de la urbe a través de fotografías y de mostrar varios trajes de época, entre ellos el de un sereno, que vistieron dos de los recreadores de la asociación.
Bajo el nombre ‘Mi Coruña de ayer y de hoy, 100 años en imágenes y personajes’, la conferencia de Arenas narró la historia de “recuerdos que están vinculados a la historia de la ciudad”. Así, un buen número del centenar de fotografías que expuso inmortaliza edificios o locales que hoy en día ya no existen, o bien muestran cómo eran en el pasado zonas como los Cantones, la plaza de María Pita, el monte de San Pedro, Juan Flórez o San Andrés, para inmediatamente después establecer una comparativa con el presente a través de imágenes de los mismos lugares en la actualidad.
Pronto inició un juego entre ponente y residentes cuando estos comenzaron a reconocer los lugares que aparecían en las fotografías y les asaltaron los recuerdos. Algunos reaccionaban emocionados al recordar que viajaron en los trolebuses por La Marina, que quedaban con sus amigos en el cine Avenida –restaurado y rebautizado como Espacio Avenida de Abanca– o que acudían a El Pote a comprar.
No obstante, si algo hizo vibrar a los residentes fueron los trajes que los miembros de The Royal Green Jackets lucieron para la ocasión. Fueron ocho en total: un guardia municipal de 1918, un teniente de artillería del monte de San Pedro de 1960, un coruñés en traje de verano de los años 20, un soldado de la Cruz Roja de 1989, un sereno (el encargado nocturno de vigilar las calles y regular el alumbrado público) de los años 60 fueron algunos de ellos. Según afirmó Arenas, los cascos, correajes, botones, gabardinas y otros elementos de los ropajes, cuando no son directamente originales, simulan al detalle cómo debían ser los trajes. En ese sentido, comentó que en el caso del atuendo del sereno fue uno de estos trabajadores quien donó a la asociación The Royal Green Jackets tanto su traje como las llaves que llevaban.
Lo fidedigno de la recreación contribuyó a que los ancianos se lanzasen a gritarle “¡sereno!” en cuanto apareció, como quizá hicieron antaño si necesitaron sus servicios. “Yo me encargaba de llevar todas estas llaves y cuando alguien me necesitaba, gritaba”, resumió el recreador, quien explicó que llevaba también un pitillo para “luchar contra el frío” y un candil para revisar los faroles de las calles. También desató pasiones el traje del guardia municipal de gala. El recreador que lo portaba explicó que así vestido habría paseado alguno de aquellos hombres en busca de “una mujer guapa casadera”, haciendo suspirar de nostalgia a unos residentes que hoy, al menos durante unas horas, pudieron rememorar el pasado y la historia de la ciudad herculina.