Un solo proyecto y diez convenios para el futuro urbanístico de A Coruña

Son más de un millón de metros cuadrados que abarcan cinco kilómetros de la costa herculina
Un solo proyecto y diez convenios para el futuro urbanístico de A Coruña
La propuesta del Plan Busquets para la zona entre O Parrote y Calvo Sotelo de que este muelle y el de Batería se conviertan en una extensión de Méndez Núñez, aún hoy tiene vigencia

La fachada marítima cubre una gran parte del litoral coruñés, desde el dique de abrigo hasta la dársena de Oza, mirando a la ría. Tras la firma del protocolo para sacar adelante el proyecto Coruña Marítima, en la que participan seis administraciones, se abre una nueva etapa. El protocolo acuerda que el Consejo de Administración del Puerto formará una comisión, presidida por la alcaldesa, que decidirá el futuro de los muelles, uno por uno. Son diez zonas distintas, cada una con una función diferente, a lo largo de más de cinco kilómetros de costa. La comisión que se forme se decidirá cómo se actuará en todos y cada uno de los muelles. No hay por tanto nada decidido, pero se puede intuir cómo podría ser esa fachada a la vista del protocolo recién firmado.

Muelle de Trasatlánticos. El puerto coruñés es líder del Noroeste español del tráfico de cruceros, que se ha convertido en una fundamental fuente de ingresos desde el punto de vista turístico. En el futuro, seguiría teniendo la misma utilidad, puesto que A Coruña cada vez más barcos de pasajeros realizan escala en al ciudad. De hecho, este año se espera llegar a un récord de viajeros con más de 150 escalas. Tiene 21.000 metros cuadrados.

 

Muelles de Batería y Calvo Sotelo. Ambos se encuentran ya abiertos al público en general   (desde 2021 y 2022 respectivamente) excepto por causas puntuales y se han convertido inmediatamente en un éxito y un referente para eventos culturales como Morriña o Noites do Porto.
 

La idea original del Plan Busquets, elaborado hace ya veinte años, era extender los jardines por estos dos embarcaderos, diseminando en ellos edificios —se planteó que dedicados a usos culturales— de no demasiada altura ni volumen. En el caso de Batería (30.000 metros cuadrados), la Fundación Marta Ortega ha marcado el camino: parece destinado precisamente a los usos culturales antes citados. 
 

En cuanto a Calvo Sotelo (50.000 metros cuadrados), hay un elemento a conservar: el mareógrafo que se sitúa en la punta del muelle, pero el resto del espacio quedará libre. Parte de este embarcadero se ha de cerrar en momentos puntuales, como para conciertos o para acoger diferentes embarcaciones: las hay de guerra, que se refugian por el mal tiempo y, fundamentalmente, se emplea cuando hay una doble escala de trasatlánticos.
 

Todas las partes concuerdan en que en estos dos atracaderos no han de formar parte de operación inmobiliaria alguna: seguirían reservados para el uso y disfrute de la ciudadanía.

 

Muelle de Linares Rivas. Lo ocupa fundamentalmente el edificio de la lonja, obra del arquitecto César Portela, de 370 metros de largo y de escasa altura. Es moderno, pues se inauguró en 2004, pero no se descarta que esta actividad de venta de pescado y marisco se traslade, a largo plazo, al muelle de Oza.

 

Muelle de A Palloza. En él se alzan construcciones históricas como las antiguas lonjas del Gran Sol (que es un edificio protegido) y de las bakas del día. También otras de menor entidad que albergan a empresas vinculadas al suministro de pescado (armadores, exportadores, subastadores…). Como en el caso de la lonja de Linares Rivas, su traslado a largo plazo a Oza es una de las posibilidades que se baraja.

 

Muelle del Este. Hay servicios ligados a la transformación del pescado. Gadisa está construyendo una nave de más de 4.000 metros de superficie para el tratamiento de pescados y mariscos en la que ha invertido casi cinco millones de euros. Si todo lo relacionado con el pescado se traslada en un futuro lejano a Oza, también quedaría desierto, pero estamos hablando a muy largo plazo. 
 

Otra posibilidad sería convertir este muelle en una segunda gran superficie dedicada al tráfico pesquero, complementado a Oza. Entre el  de Linares Rivas, el de A Palloza y el del Este suman 181.000 metros cuadrados.
 

Muelle del Centenario. Ocupa 178.000 metros cuadrados cuyos usos fundamentales son hoy graneles alimenticios y mercancía general. En el caso de los primeros, está previsto que en 2026, cuando el tren llegue al puerto exterior, todos los graneles se trasladen a Langosteira. En cuanto a la mercancía general (vidrio, madera…), solo quedaría en este punto lo que no tenga sitio en Arteixo. Por su calado, este embarcadero sería especialmente idóneo para el tráfico de contenedores, que es uno de los retos que se marca el Puerto como uno de los campos sin explotar de cara a un mejor desarrollo económico. Ese sería su futuro ideal.

 

Estación de mercancías de San Diego. Son 130.000 metros cuadrados. Es una zona de expansión natural de la ciudad desde el punto de vista urbanístico. En el protocolo firmado anteayer queda patente la disposición de ADIF para la venta de estos terrenos. Con el dinero obtenido se financiaría, mayormente, una nueva estación, cuya construcción se ha planteado en Vío. Una parte menor se destinaría a pagar la deuda de 286 millones de euros de la Autoridad Portuaria.
 

Muelle de San Diego. Gadis, El Corte Inglés y Carrefour cuentan con centros logísticos en este muelle desde el que distribuyen pescado y marisco para toda España. La Autoridad Portuaria ha hecho los deberes, y todas estas concesiones acaban entre 2026 y 2007, y es así porque el convenio de 2004 contemplaba que esos terrenos quedasen libres. En un futuro lejano, podrían ser trasladados al muelle de Oza o al del Este. Además, hay almacenes de mercancías, oficinas y talleres, que en un futuro se podrían mover a Langosteira. Ocupa unos 177.000 metros cuadrados.

 

Muelle petrolero de San Diego. Quedará libre en 2007, cuando Repsol ya tenga todas sus instalaciones en Langosteira. Son 100.000 metros cuadrados que podrían tener dos usos. Por una parte, actividades pesqueras, que serían complementarias del muelle de Oza. Pero se antoja como inevitable que una gran superficie se venda para desarrollo inmobiliario y poder pagar así la deuda del Puerto. Así lo deja caer el ya citado protocolo de María Pita.

 

Muelle de Oza. El más cercano a la ría, esta parte del puerto continuará destinada a las actividades náuticas y pesqueras, lo que hoy en día se conoce como economía azul. Precisamente a la actividad pesquera se podría destinar el espacio que antaño ocupaban los astilleros Valiña, hoy reducidos a unas instalaciones ruinosas que han sufrido okupaciones. Su superficie es de 183.000 metros cuadrados. 
 

Declaración de intenciones 

El futuro de todos estos terrenos, tan diversos tardará mucho en concretarse, puesto que lo que se firmó este miércoles fue, ante todo una declaración de intenciones. Primero la comisión tiene que constituirse. Estará formada por ADIF, Puertos del Estado, Autoridad Portuaria, Transportes y Xunta, además de los portavoces municipales. Será esta comisión la que decida que convenio es apropiado para el muelle. 
 

El presidente de la Autoridad Portuaria, Martín Fernández Prado, ya había adelantado semanas atrás que la fórmula del convenio sería la más apropiada. Él mencionó explícitamente las concesiones, como las que se han firmado en el caso de la Fundación Marta Ortega Pérez (MOP) y que se ha renovado, tras el éxito internacional de las exposiciones fotográficas. “Es una forma de que el suelo siga siendo público, que se pueda hacer una explotación y de que genere ingresos a la administración pública”, había explicado. 
 

Sin duda, la reorganización de San Diego, por su tamaño y potencial urbanístico, será la que más controversia genere. Todo depende de si continúa el espíritu de concordia escenificado el miércoles en María Pita.

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