“A la gente le gusta el edificio. Decir ‘Vivo en Torre Coruña’, es como un valor”, explica Roi Colomer, el presidente de la comunidad. El edificio de 20 plantas queda a sus espaldas, en el número 1 de Paseo de Ronda, cubierto por un andamiaje porque está siendo sometido a una rehabilitación para mejorar su eficiencia energética. Cuando se construyó, en 1966, el aislamiento no era un factor, como lo es ahora. La obra empezó en junio, no en abril, y esperan que acabe en marzo. “Cuando hace mal tiempo, las condiciones son más complicadas, por todo el viento que sopla”, dice.
Una obra de este tipo es muy importante y obliga a poner de acuerdo a toda una comunidad, formada por 40 propietarios. No son muchos, si se tiene en cuenta el número de plantas por edificio, y que este cuenta con cuatro fachadas, algunas de las cuales están orientadas al mar, soportando el viento. Antes era necesario poner la calefacción de septiembre a junio para soportar el relente pero ahora, con el avance de las obras, los vecinos ya están notando sus efectos.
En los últimos diez o quince años habían fallecido o se habían trasladado muchos de los propietarios originales, entre los que se incluían artistas insignes como Felipe Criado o Luis Seoane. Los nuevos dueños habían hecho reformas en sus viviendas, pero la fachada seguía dejando entrar la humedad y el frío. Ni siquiera cambiar las ventanas por otras aislantes era suficiente.
Estas son un elemento exterior, así que no se pueden cambiar sin el permiso de la comunidad, pero muchos habían ignorado esta normativa y el resultado había sido una extraña mezcla de carpintería blanca y gris, de dos o tres láminas, que resultaba evidente a ojos de un observador atento. “Eso fue lo más duro, tener que unificar los criterios”, apunta Colomer.
No es que estuvieran en contra de la obra. De hecho, se tenía tan claro que se quería hacer la rehabilitación de la fachada de 66 metros de alto que comenzaron a pagar la derrama desde hace diez años e incluso habían celebrado un concurso de arquitectos.
Aun así, quizá no se habría votado a favor de la rehabilitación si no se hubiera podido optar a las subvenciones, tanto de la Xunta como del Ayuntamiento, que cubren la mitad del gasto, que es de 45.000 euros por vivienda. Esto les condicionó, sobre todo por Patrimonio, dado que están cerca de la iglesia de San Francisco. Pero todo se ha superado y los vecinos de Torre Coruña pronto podrán vivir sin más escalofríos que los que provoca el vértigo.