Yolanda Dorda | “Me he ido moviendo por el mundo pero me siento muy coruñesa”

Elige para la foto su estudio, al que se refiere como su “reino”, un universo femenino en el que solo hay espacio para dos retratos masculinos del pintor inglés (y medio coruñés) Tim Behrens
Yolanda Dorda | “Me he ido moviendo por el mundo pero me siento muy coruñesa”
Yolanda Dorda en su estudio | Quintana

Entrar en el estudio de Yolanda Martínez Dorda (Barcelona, 1974) es abrir la puerta a un universo femenino, en donde todos los cuadros tienen a mujeres como protagonistas. Todos salvo dos pequeños retratos de Tim Behrens. “En la primera etapa yo no pintaba nada de mujeres, veía al hombre como la figura más fuerte pero poco a poco eso ha ido cambiando –explica–; al final, mi obra siempre soy yo. Me he ido formando, creyendo en mi misma y eso se nota. Y los últimos cuadros, además, son rosas, un color que no me gustaba pero que al final reivindico”.

 

¿Cuál es el primer recuerdo que tiene de la ciudad? 
Yo nací en Barcelona, pero con tres años nos vinimos para aquí.  Yo me he ido moviendo pero, la verdad, me siento muy coruñesa. El primer recuerdo... El colegio, las Esclavas. La zona escolar, que es donde vivía... Recuerdo quedar en El Pote para ir a tomar algo cuando salíamos con amigos. Y los jardines de Méndez Núñez.

 

¿Cómo recuerda el colegio? 
Muy divertido pero la verdad es que yo era muy mala estudiante así que recuerdo una etapa de pasarlo muy bien pero siempre fui un poquillo así... traviesa (risas).

 

¿Hacía muchas travesuras? 
Bueno, las que podía.

 

¿Alguna que se pueda contar que ya haya prescrito? 
Escaparme del colegio alguna vez. Tonterías. Cosas pequeñas.

 

¿Cómo encuentra su camino hacia la faceta artística? 
En mi casa siempre vieron que tenía cierta habilidad con el dibujo, con la gimnasia, la música... todo lo artístico. Así que me metieron en clases de baile, de dibujo y, como teníamos aquí la Escuela de Artes y Oficios, pues entré allí y fue todo un poco rodado. Como no aprobaba dijeron: “Bueno, pues vamos a encaminarte más hacia el tema artístico”.

 

¿Supo desde muy niña que ese era su camino? 
No, la cosa fue fluyendo bastante. Sí que sabía que eso era lo que me gustaba y empecé en la Escuela de Artes y Oficios, que no era exactamente lo que yo quería porque no había pintura, que era lo que más me gustaba. Yo me incliné por técnicas de volumen. Luego me marché fuera y al volver retomé técnicas superiores de escultura y estuve trabajando en cine, decorados... todo me fue llevando ahí. Y, al mismo tiempo, iba exponiendo en bares, salas pequeñas y poco a poco eso me fue dando para vivir.

 

No parece sencillo encontrar eso de que vaya dando para vivir. 
No. Primero hay que encontrar un poco tu camino, tu estilo, que eso se va haciendo a medida que vas trabajando. Y luego las cosas van viniendo. Si tienes inquietudes, al final, aunque estés trabajando en otras cosas, hay un deseo, una llamada que te lleva a seguir, aunque sea un poco más complicado. Con la primera exposición que hice para el Ayuntamiento, en Durán Loriga en 2006, a partir de ahí ya empecé como bastante más en serio. Son casi treinta años dedicándome a esto.

 

Entiendo que será, a veces, más complicado siendo una pintora, porque serán menos...  
Bueno, hay muchas pintoras. No podría hablar por todas pero sí, en general, es más difícil que te den visibilidad. Como que tu trabajo es menos considerado. Yo pensaba que no al principio, pero luego me fui dando cuenta de que sí, de que a veces no es tan fácil. Viví varios años en Londres y allí fue donde realmente descubrí la pintura y me apasionó. Descubrí a Lucien Freud, a Bacon, a Paula Rego... Y, sin saberlo, pensé que esa podía ser mi forma de pintar. Pensaba que me encantaría conocer a Lucien Freud y, cuando volví, me encuentro al personaje de Tim Behrens y cuando me cuenta no me lo podía creer.

 

¿No sabía la relación que tenía con Freud? 
No, yo acababa de llegar; yo tenía otro estilo muy diferente cuando empecé. Y él me hablaba y me decía sobre mi forma de pintar... Luego descubrí esa conexión y me pareció muy fuerte. Era un encanto y un artistazo.

 

Sobre su vida en A Coruña, ¿cuáles son los barrios donde se mueve? 
De niña, en la Ciudad Escolar. Después, en Monte Alto. Cuando volví de Inglaterra, tuve bastantes estudios compartidos aquí, en varias casas. La mayor parte de mi vida ha sido en Monte Alto.  

 

¿Vive también en esa zona? 
No, ahora vivo en la Ciudad Vieja, muy cerquita. También bajo por el centro; me gusta pasear y caminar, pero sí. Donde más estoy es en el estudio y en la Ciudad Vieja.

 

¿Por qué ha elegido el estudio para la foto? 
Tenía dudas un poco con la Escuela de Artes y Oficios pero realmente en Monte Alto es donde empecé a dedicarme a esto y le tengo mucho cariño. Y porque mi estudio es mi... mi reino.

 

¿Es su lugar en el mundo? 
Es donde yo me siento más segura.

 

Y donde pasa, entiendo, todas las horas del día. 
Paso mucho tiempo pero tengo momentos en los que trabajo también mucho en casa, delante del ordenador. Porque no es solo la pintura, también hay otras muchas cosas que hay que hacer. Cuando estoy conectada puedo pasar muchísimas horas y luego hay temporadas que necesito vivir cosas para luego poder centrarme en el estudio 


¿Qué le hace sentirse orgullosa de su ciudad? 
La comida, la tranquilidad y la comodidad. El Paseo Marítimo me da la vida. Es una ciudad fantástica para vivir. Y muy abierta y cosmopolita, aunque antes es verdad que era más cerrada. Inditex y la Fundación MOP han ayudado mucho. Siempre he sentido que había que absorberse del mundo e irse fuera pero hoy en día, con las redes sociales y todo eso no necesitas tanto irte para poder moverte.

 

¿Y qué es lo que menos le gusta de A Coruña? 
Tal vez ahora veo un poco demasiado turismo. Veo mucho barco y digo: “Uf, a ver si se va a volver una ciudad demasiado abierta al exterior”. Que no nos vendamos demasiado, porque la riqueza que tenemos es la tranquilidad. Yo he visto cómo cambian las ciudades y luego es difícil vivir en el centro. Aparte de que llueva, aunque no me preocupa demasiado.

 

¿Qué echa de menos cuando no está aquí? 
Mi estudio y esos paseos que me doy. Mi vida aquí me gusta mucho, gracias a ese equilibrio que he conseguido con tantos años.


¿Cuánto puede caminar al día? 
Como ocho kilómetros. Luego hay días que me voy con mi marido caminando hasta Santa Cruz. Y ahí sí que cogemos un bus para volver pero es un camino que nos encanta. Me gusta mucho hacer deporte, nadar...

 

Si pudiera hacer un viaje en el tiempo, ¿a qué época de A Coruña le gustaría ir? 
Hubiese alargado un poco más la parte de la adolescencia, porque era muy divertida. En mis 16 y 17 años, con los punks, los mods... era un ambiente muy interesante, me gustaba esa época. 

 

PREGUNTAS CASCARILLEIRAS

¿Prefiere los churros de Bonilla o es más bien del Timón?
Bueno, a ver. Soy más de los churros del Timón. Pero para las patatas, las de Bonilla sin duda (risas).

 

¿Jardines de Méndez Núñez o monte de San Pedro?
Me encantan los jardines y el monte para ver toda la ciudad me parece... la única pega es que allí hace 
mucho viento. Los dos. Si tengo que traer a alguien, lo llevo al monte de San Pedro. Y a dar una vuelta por el Paseo Marítimo, que me parece un auténtico lujo que tenemos en esta ciudad.

 

Para salir a tomar unos vinos, ¿calle de la Estrella o de la Barrera?
Las dos. En las dos he estado.

 

¿Bebe agua de Emalcsa, del grifo tal cual, o embotellada?
Aquí, del grifo. Y, si me voy, me gusta Cabreiroá, pero soy del grifo.

 

¿Es más de la playa de Riazor o de la playa del Orzán?
El Orzán, aunque ahora la arena no me gusta mucho. De pequeña era más divertido. A Riazor iba con mi 
madre y al Orzán iba con las pandillas.

 

¿Se mueve a pie por la ciudad o va motorizada: coche, bus, moto?
A pie y en bici. Me encanta caminar pero me encanta también coger la bici. Para hacer recados voy por la 
ciudad aunque para pasear suelo tirar más bien hacia afuera porque a veces por aquí hay demasiada 
gente.

 

¿Prefiere los helados tradicionales como los de la Colón o la Ibi o sabores más modernos?
La Colón, de toda la vida. El mío es el de limón. Y, si tengo un día bueno, encapotado con chocolate y nata. Pero tiene que ser un día muy especial, si no, el de limón.  

 

Si solo pudiera celebrar una fiesta, ¿Carnaval o San Juan?
San Juan. No me gustan los carnavales. Me he disfrazado en su tiempo y tal pero no es una fiesta que me 
guste demasiado. San Juan es otra cosa. Es ya como el verano, que está entrando, las hogueras, la noche 
es bastante mágica, tiene un encanto muy especial.

 

¿Es más de una verbena o prefiere ir más bien a un concierto?
Un concierto. No suelo ir mucho porque no me gustan nada las aglomeraciones pero sí, prefiero un 
concierto.

 

Dígame uno que le haya gustado.
Pues no sé, con esta memoria que tengo... El concierto mejor al que fui es el de los Mil Años, no creo que 
se vuelva a hacer nada igual. Ese no lo olvido.

 

¿Dice más veces chorbo o neno?
(Risas) A ver, yo, neno. No lo uso pero cuando estudiaba en la zona de la Ciudad Escolar... igual sí que lo 
decía. 

Yolanda Dorda | “Me he ido moviendo por el mundo pero me siento muy coruñesa”

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