Hasta los que habitualmente solo encuentran razones para protestar reconocen que la elección de A Coruña como una de las sedes del Mundial 2030 va a traer cosas buenas. Desde la reforma del estadio hasta la mejora de las comunicaciones, pasando por el impulso al turismo y, qué demonios, el orgullo de decir que estamos en el club de los bimundialistas.