Llevaban allí un mes, y las quejas se habían ido acumulando: los vecinos denunciaban una serie de hurtos y de constantes ruidos que alteraban la tranquilidad de la plaza de los Fresnos, en el barrio de Las Flores. Los vecinos se habían ido haciendo notar cada vez más fuerza hasta que varios se plantaron delante del número cuatro de esa plaza y exigieron a los okupas que se fuera. La tensión subió tanto que fue necesaria la presencia de la Policía Nacional para evitar confrontaciones. Pero se consiguió: media docena de okupas, se fueron.
Entre ellos había mujeres, una de ellas embarazada, a la que se ofreció una alternativa de alojamiento que rechazó por no separarse de su compañero. Para los vecinos de Las Flores fue toda una victoria. El presidente de la asociación vecinal en defensa del barrio, Cruz Barrientos, señaló que “hemos luchado por sacar un punto de venta de droga del barrio. Queremos un barrio limpio y tranquilo”.
Porque, además de los robos y los ruidos, los rumores entre los vecinos es que en ese lugar se traficaba y que se prostituía a las mujeres. Sin embargo, nada de eso pudo probarse, y de hecho, al principio aseguran que no hubo problemas de convivencia. “Primero fue una pareja la que se instaló y no daban problemas –asegura un vecino– pero luego empezaron a venir los demás”.
Desde el domingo
En un momento dado, llegó a haber cerca de una docena de individuos en ese lugar, y fue cuando comenzaron los problemas, como los pequeños robos, y los constantes alborotos que alteraban la convivencia. No estaban dispuestos a soportarlo ni a esperar a que la Justicia decidiera a actuar, así que advirtieron a los okupas que debían irse.
Eso fue el domingo, y desde entonces, la presión vecinal se hizo más intensa. El lunes volvieron a exigírselo y ayer, durante una hora. Finalmente, los okupas claudicaron.