Cada coruñés que salió en Fin de Año se tomó una media de siete copas

Las cuentas de los locales que ofrecieron barra libre contrastan con la absoluta tranquilidad y el civismo en el ambiente
Cada coruñés que salió en Fin de Año se tomó una media de siete copas
Las colas para acceder a The Clab se hicieron especialmente intensas a partir de las 02.00 horas | Joaquín Abad

Volvieron a cumplirse los deseos de los empresarios de la noche de A Coruña, quienes hace tiempo que no sólo miden Fin de Año con una variable económica, sino también en cuestión de tranquilidad y bienestar de los clientes. Si en 2024 el sector se felicitaba por una jornada ejemplarizante y que debía marcar un antes y un después, la corriente tras las primeras horas de 2025 es exactamente la misma: ni un solo incidente a pesar de que, por el número de fiestas, la ingesta de alcohol y lo largo y tendido de la oferta en el día con más presencia de clientes en las calles. A pesar de que no todos los eventos ofrecían el todo incluido, los que sí mantienen esa tendencia más tradicional estiman en unas siete copas el consumo medio por cliente.


Decían las abuelas eso de que “o que non saiba mexar que non beba”. Pues bien, al menos orinamos bien, y lo hacemos por dentro y donde bebemos. Además, hemos aprendido también a convivir con generaciones distintas bajo una misma carpa. Eso es lo que se vio en la sala The Clab, una de las primeras en agotar las entradas y en la que su gerencia habla de 7.200 copas servidas hasta el cierre. “Fue todo súper tranquilo, sin un solo incidente, y creemos que es por la creciente conciencia de la gente y por una muy positiva convivencia entre generaciones distintas”, subrayan desde la empresa. El método instaurado, además, se basó en prevenir el consumo por el consumo: antes de pedir una copa había que volver a la casilla de entrada para pedir tickets., “Al ser barra libre había mucha gente esperando en la plaza de San Pablo para beber gratis”, matiza. Por el Cine París pasaron medio millar de clientes.


Wake Up 

Quizás, la gran triunfadora de la noche fue la última fiesta en empezar y también la última en bajar la verja. Entre las 11.00 horas del día 1 y la madrugada del 2 miles de personas disfrutaron con la octava edición de la Wake Up de Año Nuevo en Pelícano. Después de casi 24 horas de música electrónica de primer nivel aún eran más de 500 los que pedían más. 

 

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La Wake Up de Pelícano volvió a ser todo un éxito


Uno de ellos explica que la actuación de Ben Sims, a las 22.00 horas, lo cambió todo: “Todo cambió para mejor desde ese momento. Para ser Fin de Año la verdad es que es de lo mejor que he visto”. Al igual que viene sucediendo en los últimos años, buena parte de los asistentes se fueron a cama al acabar las uvas y se levantaron a propósito para uno de los grandes acontecimientos de la música electrónica en la ciudad. Antes, por Pelícano ya habían pasado miles de personas durante la sesión tradicional.


En Piccadilly, a medida que sube la edad del target baja el ‘aguante’ de los que pagaron 50 euros por la barra libre. Según datos de la empresa fueron unos 115 clientes en el interior con 500 copas despachadas.  “Una de las claves para esa paz que existe en Fin de Año es no buscar algo diferente a lo que te funciona todo el año. La gente ya viene concienciada y no descontrola tanto como antes”, intuye el propietario, Antonio Ruiz.


Calle Torreiro 

La gerencia de Brétema había decidido alquilar la fiesta a un grupo cerrado y ahorrarse así el trámite de venta. “La noche de Fin de Año la teníamos contratada desde hace mucho y  había gente suficiente. No tuvimos que molestarnos en abrir al público”, dice su gerente, Carlos Pastoriza. “Creemos que la tendencia ha cambiado. Mucha gente la toma como un día normal más, solo que se arregla un poco. Siempre hemos estado acostumbrados a salir hasta tarde en esta ciudad”, analiza sobre la capacidad de aguante en todos los sentidos. En el doble local de Torreiro, que incluye Amoa, se dispensaron 2.000 copas. 


A unos pocos metros, Sergio Marentes, responsable de Aeroclub, apunta: “Le damos un ocho a la noche. Fue todo muy escalonado y con el paso de los años todos cogemos experiencia sobre cómo salir ese día”. En su caso, y hasta la matinée, fueron media millar de copas aproximadamente. No había barra libre.


Finalmente, pasadas las 08.00 horas Carlos Pereiro dijo adiós a su ciclo en Studio 54. “Fue todo buen rollo y siempre con el local lleno. Es decir, la despedida soñada”. En el local del Orzán se vendieron unas 400 copas. 

Cada coruñés que salió en Fin de Año se tomó una media de siete copas

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