Que la noche de Fin de Año resultó una vez más ejemplar es motivo de orgullo para empresarios, controladores de accesos y hasta para los clientes, que en algunos casos incluso funcionaron de garantes de la dignidad de las personas cuando los ojos del personal de seguridad no llegaban más allá. Es el caso de una de las celebraciones que más se extendió en el tiempo, y en la que un intento de agresión homófoba estuvo a punto de empañar una larga jornada sin incidentes.

Curiosamente, todo comenzó en uno de esos descansos para tomar aire, respirar un poco y fumar un cigarrillo. Alguien con el juicio o la percepción algo nublada decidió que era indignante ver a un varón con camiseta de rejilla. Decidió cruzar toda la terraza para, según la víctima de la situación, espetarle: “¿Te parece normal ser así y salir así vestido, no te da vergüenza? Las personas como tú no deberían de existir ni poder entrar en estos sitios. Alguien como tú tendría que tener prohibido salir a la calle, eres una vergüenza para la sociedad”.

A medida que tanto el indignado como la situación iban subiendo de tono esta llamó la atención de los presentes. Lejos de quedarse callados o mirar para otro lado fueron más de una decena los que recriminaron la actitud del agresor verbal, al que invitaron a marcharse sin que mediasen más que palabras de rechazo hacia él. “Sí, soy homófobo”, llegó a reconocer, en aras de lo evidente, el desafortunado protagonista. Mientras, el 'acusado' de alterar el orden solamente por su vestimenta, se deshacía en mensajes de agradecimiento hacia los que dieron la cara por él, casi todos sin conocerlo de nada. Finalmente, gracias a los clientes, lo que empezó como situación vergonzosa se convirtió en un pequeño motivo de esperanza para muchos sobre el compromiso de los coruñeses y su comportamiento en la noche.