El Agra dos Mallos y sus vecinos, aquellos que luchan desde hace meses para no perder sus casas, se declaran oficialmente “en loita”. Su situación no ha variado un ápice, pero sí la forma de encarar y hacer llegar sus reivindicaciones a María Pita. Definitivamente, el precedente de las Casas de Franco y su principio de acuerdo con el Ayuntamiento han marcado el camino para una nueva manera de hacer las cosas: sobre todo vistosa y ruidosa, pero también con una necesidad de dejar huella que en este caso tuvo la avenida de Arteixo como objetivo: una de las principales arterias de la ciudad fue cortada en ambos sentidos, dejando un solo carril para la circulación.
Lejos de crear una situación de tensión con los afectados, muchos de los conductores hicieron sonar su claxon en señal de apoyo. Otros, incluso, sacaron el puño en alto a través de la ventanilla. Y es que el lenguaje corporal y musical tuvo algo de ‘bolchevique’: llamadas a la “resistencia”, a la desobediencia y a la “unión del pueblo”. No obstante, de color político tuvo poco: apoyaron la reivindicación asociaciones de varios barrios, así como representantes de partidos antagónicos en el espectro ideológico. Y es que en este caso se trata de una llamada desesperada de quienes, en algunos casos, van camino del medio siglo en la misma vivienda y que ven cómo la misma desaparece de un plumazo en los planos del futuro polígono de A Sardiñeira. “Hemos visto cómo se aprobaba una moción no ejecutiva en eñl pleno, pero la realidad es que tras cuatro reuniones con el Ayuntamiento estamos en el mismo punto”, afirma Manuel Barrientos, uno de los portavoces. “Con el anterior concejal de Urbanismo sabíamos que esto no iba a pasar. Hablamos de las casas más antiguas del barrio”, añade.
Y es que, por más que de los tres cánticos que se recitaron uno pedía “alcaldesa solución”, el blanco de las iras y los ruegos, es difícil discernir dónde acababa uno y empezaba el otro, fue el concejal de Urbanismo, Francisco Díaz Gallego. “Dinís, récord de manifiestaciones”, se escuchó y se escribió en uno de los letreros más grandes. En otras se recordaba que “as casas non están en venta” o que “as casas non se tiran”.
La situación ha llegado a un punto que ya no es que los vecinos no quieran vender sus casas, sino que se declaran incapaces de comprarlas de nuevo. “La única alternativa es pagar 133.000 euros por nuestras propias casas”, subraya Barrientos, que apunta al valor del nuevo suelo en el polígono como causa del valor a la inversa. “No interferimos en absoluto en la intermodal y, de hecho, con la Marea el proyecto se había modificado”, explica en referencia al primer plan general de Urbanismo, redactado hace más de una década y con diferentes interpretaciones según cada Gobierno local.
Después de 45 minutos de corte el tráfico volvió a la normalidad a la avenida de Arteixo. Sólo fue el primer tiempo de un partido al que le resta mucho por jugar.