Los cada vez más flexibles marcos temporales de la Navidad avivan el debate entre aquellos que no quieren saber nada de luces, elfos y cascanueces hasta diciembre, y quienes se dejan llevar por una vertiente más Mariah Carey: apenas se han quitado el maquillaje y las telarañas de Halloween ya ponen a sonar el carillón. Sin embargo, si se le pregunta a un hostelero la palabra Navidad lleva resonando en el ambiente desde prácticamente el verano. En algunos casos incluso desde las navidades pasadas. Y es que, en los tiempos de la reserva anticipada, algunos establecimientos hace meses que han colgado el cartel de completo de cara a las cenas de empresa.
No quiere decir que los más perezosos se vayan a quedar sin un sitio donde departir con sus compañeros de trabajo o de colegio. Evidentemente, con tamaña oferta de restauración en la ciudad, todavía existen mesas disponibles. El problema es que elegir ya no es una opción y ahora solamente quedan ‘pedreas’. Ese es el sentir que ha llegado hasta la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería de A Coruña, donde el presidente, Héctor Cañete, se muestra satisfecho con lo que transmiten sus asociados. “Están entrando muchas reservas desde hace meses y hay mucha gente que tiene completo todo el espacio disponible”, reconoce. “No estamos llenos, porque llenar son palabras mayores, pero el movimiento es cuanto menos muy bueno”, añade.
Una de las principales causas de la rápida ocupación pasa porque el calendario ha condiciona más que en ocasiones anteriores la capacidad de elección: el puente de la Constitución, en el que muchos aprovechan para hacer una ‘escapada’, el fin de semana del 13 y 14 de diciembre o el del 20 y el 21, con la Nochebuena prácticamente encima. Es el de mediados de mes el viernes y el sábado por que en todos preguntan y en el que casi nadie encontrará ya acomodo. “El calendario en esta ocasión ha caído difícil para el sector y ha acelerado mucho los trámites: o cenas mucho antes de la Navidad o prácticamente no tenemos un fin de semana libre”, lamenta Cañete.
Por otra parte, la reserva online se ha estandarizado y el coruñés se ha acostumbrado a un hábito de compra adelantada que, en realidad, facilita notablemente la labor del empresario. Actualmente muchos locales están pendientes de pequeños flecos, comensal arriba o comensal abajo, pero la logística es mucho más sencilla. La libreta, el papel y el bolígrafo estarían echando humo tiempo atrás. Se trata de una consecuencia lógica y que casa directamente con otros aspectos del ocio: las entradas de Fin de Año han volado con casi dos meses de antelación y compramos entradas para conciertos masivos más de un año antes. Para cancelar o a vender siempre hay tiempo.
A pesar de que hay tantas opciones como empresas y grupos de amigos no resulta complicado dibujar o esbozar la cena estándar: entre 10 y 20 compañeros de trabajo, en muchos casos clientes habituales de la casa y que repitan respecto al año anteriores. El desembolso promedio va entre los 25 euros del precio cerrado más modesto, bebida incluida, hasta los 80 o 90 de los más alegres a la hora de darse un homenaje. Eso sí, todos los hosteleros coinciden en señalar que, al menos por esta vez, el alimento líquido es tan importante en la negociación como el sólido. Y es que deshidratarse no es una opción.
Por otra parte, respecto al precio final, Héctor Cañete se muestra cauto al ser preguntado por cómo la inflación y la cesta de la compra se harán notar en la ‘cesta’ de Navidad. “Se notará un incremento de lo carísima que está la vida, pero no todo lo que debería. Hay que recordar que todo está carísimo”, matiza.No se aplicará, en cambio, la tendencia al cobro por adelantado de una parte de la reserva. Existe confianza y poco lugar al azar y el temor. “La mayoría son gente conocida y, al ser empresas, no es lo mismo. Está todo planificado y, si alguien cancela, te avisa”, subraya el presidente de los hosteleros.
Vasos comunicantes, la hostelería y el ocio nocturno hacen su agosto en diciembre. Por mucho que se extiendan unos los otros siempre van a recoger su parte proporcional.
Además, existen casos como The Clab, que ofrecen incluso acondicionar los reservados como espacios culinarios. Y, a juzgar por la demanda, ha resultado todo un acierto.
En cambio, un hostelero de local de última hora reconoce que no es demasiado aficionado a esos días, por mucho que la caja le lleve la contrario: “Mucha gente que no está acostumbrada a salir o a beber ‘pinta la mona”, lamenta.
El sistema de reservas a través de la página web da una fotografía de la situación: entre el jueves y el domingo es imposible encontrar acomodo. Las peticiones más pequeñas son de seis u ocho personas, pero en algunos casos se supera la treintena. El personal, por experiencia propia, tiene claro que la antelación es cada vez más necesaria. “En mi grupo de amigos somos más de 30 personas y sabemos que si no se avisa con tres meses de antelación, no encuentras nada decente”, dice uno de los trabajadores de la taberna de la calle Estrella.
Todavía puede encontrarse algún hueco puntual, aunque la dirección de la parte de restaurante cree que es cuestión de horas. “Estamos camino del lleno”, dice. Desde el pasado mes de septiembre la entrada de reservas para las próximas semanas es una constante. Ofrece menús de grupo cerrados y cuenta con algunos grupos de hasta 30 personas, aunque la media la sitúa entre 15 y 20. Se trata, después de décadas instalada en el corazón de la ciudad, de una de las opciones preferidas por los coruñeses para compartir celebraciones.
“Las fechas más importantes están completas. Las mayoría de las reservas empezaron en verano”, afirma la gerencia. Los menús cerrados para grupos oscilan entre los 35 y los 70 euros, con todas las bebidas incluidas. La reserva tipo se sitúa entre 15 y 20 comensales. “La cena de Navidad cuando entra por la puerta viene con la bebida puesta. La gente más joven viene a socializar más que a comer. Los de 40 para arriba quieren sentarse y comer bien”, dice el responsable de unas de las brasas con más tradición de toda la ciudad.
Comer, beber y bailar de la manera más enxebre y por apenas 20 o 25 euros. Ese es el deseo de los clientes de O Faiado, literalmente abarrotado durante la etapa de cenas navideñas. “Este año es una locura. Desde mediados de octubre teníamos diciembre completo. Tenemos días completamente llenos desde hace dos meses”, explica la propiedad. La sencillez de su carta y su propuesta es precisamente la clave del éxito: croquetas, tortilla, raxo o huevos rotos con chistorra, además de una tabla de embutidos e ibéricos.
Todavía no ha abierto sus puertas y encontrar mesa es ya una tarea difícil. Son varios los grupos que han reservado para los fines de semana del mes de diciembre. Existen tres menús cerrados para grupos, de 48 a 70 euros. El fin de semana del 14 y el del 21 están al completo, aunque la gerencia invitar a ponerse en contacto con el local para consultar opciones. El próximo sábado será la inauguración, aunque los que eran clientes del Bo&Go, tienen claro que la cocina no defraudará. De hecho fueron ellos los que sugirieron convertir la cafetería en restaurante.