Habían advertido los empresarios de la noche que Halloween y Fin de Año son vasos comunicantes y de cómo el primer es el mejor termómetro para pronosticar cómo resultará el primer gran evento del año. Si eso es cierto, y a juzgar por la venta online parece que sí, el mercurio rebosará el contador y se avecina una jornada histórica en forma de cotillón. El papel, entiéndase en el sentido figurado ya que la mayoría de acreditaciones son electrónicas, vuela a una velocidad propia de festival o concierto: las grandes salas o han agotado sus plazas o están muy cerca de hacerlo, mientras que algunos de los nombres referenciales tienen comprometido buena parte de su aforo.
Hace una semana el Grupo Pelícano prendió la mecha: anunció que a partir de las 16.00 horas del lunes 4 de noviembre estarían disponibles los pases para su discoteca principal, así como para la sesión light del pub Hyp3. Pasadas las 18.00 horas la remesa inicial se había agotado y se instaba a los clientes a participar de un precio dinámico similar al de los portales como ticketmaster. El sábado se agotó la segunda tirada. Además, aún quedan palcos VIP disponibles entre 370 y 550 euros, según sean para 4 o 6 personas. Por si fuera poco, la Wake Up de Año Nuevo, el festival electrónico que permite bailar hasta entrado el día 2, ha sido confirmado y seguramente se convierta en un ‘sold out’.
Donde no ha habido tiempo ni siquiera a sacar entradas a la venta ha sido en el Cine París, donde cientos de personas recibieron 2024 con fiesta after incluida y que, en esta ocasión, cambia ligeramente el enfoque. “Está alquilado por una gente muy concreta de Madrid que llevará a cabo una fiesta privada. Es un grupo muy importante y no habrá opción pública”, advierte Emilio Ron, gerente del espacio.
Por su parte, la nueva dirección de The Clab ha elegido la fórmula Peccato, la misma que en Halloween provocó reventa y una lista de espera de casi 500 personas. El precio alcanzó los 100 euros. Apostará por una ruta a la vieja usanza, en la que la entrada (60 euros) dará derecho a barra libre, acceso a varios locales del entorno de San Pablo y una entrada con consumición para la gala de Reyes. En sólo un día el ritmo de venta dobla a Halloween y la dirección ha recibido ya peticiones como para cubrir el aforo. “Va a ser la ruta a la que todo el mundo quiera ir”, advierte.
Alberto Boquete, dueño de La Mansión 1783 y presidente de los hosteleros de La Marina, aún siente que la madrugada del 1 de enero le debe algo. La entrada a 2023, con el fallo de un generador, echó por tierra lo que prometía ser una jornada espectacular. En los próximos días anunciará sus planes, a pesar de que el aforo, antes de decir nada, está completo. “No hay capacidad para meter a todos los que quieren entrar. En principio ya estamos completos”, reconoce.
Postal de la ciudad de día, y cada vez más reclamo de noche, en esa misma calle proyecta tres galas diferentes Antonio Ruiz, propietario de La Calle, Quai y Piccadilly. Explica que sólo el primer ofrecerá todas las consumiciones, por tratarse de un público más joven: “Va a ser una fiesta enorme. Estamos esperando un poco para sacar a la venta las entradas, pero cada vez más gente pregunta y quiere comprar ya. En La Calle habrá barra libre, mientras que en los otros habrá promoción con copas, pero anunciaremos todo estos días”.
El principal dilema de los hosteleros es ofrecer barra libre o no. 2023 marcó el camino. Lo que parece seguro es que ya no son tiempos de que a nadie le den las uvas esperando para tener su entrada, un bien tan preciado, y costoso, como un smoking o un vestido de gala.