Sería carne de chiste si no resultase una amenaza para la seguridad de todos, pero en las calles del Recinto Ferial debe haber más de uno que piensa eso de “¿por qué va todo el mundo al revés?”. Solamente así se explica una situación que, lejos de ser algo puntual, se repite con demasiada frecuencia en un barrio donde los conductores parecen no tener muy claro si se sube o se baja. El pasado día 3 un vecino logró captar desde su ventana uno de esos momentos. De hecho, asomarse a ver ‘cafradas’ se ha convertido en uno de los pasatiempos para días invernales como los de esta Semana Santa.

La asociación vecinal comparte eventualmente alguno de esos momentos, que rozan lo flagrante en cuanto a infracciones y suelen tener menos consecuencias negativas de lo que podría, en buena medida gracias a la prudencia y la experiencia de quienes están curados de espanto. “Cuando estás en casa y escuchas un claxon es porque hay un coche que circula al revés”, afirma la vicepresidenta, Lucía Fernández. “Se han puesto señales, pero no ha cambiado demasiado el asunto, algunos parece que se quieren teletransportar. Llevamos tiempo reclamando señales de indicación de direcciones por todo el barrio”, añade.

Ni siquiera aquellos que deben hacer cundir el ejemplo y ejercer de maestros del buen hacer lo llevan a rajatabla. Y es que una de las instantáneas más curiosas tuvo lugar recientemente en la calle de Aurelio Aguirre Galarraga: dos coches de autoescuela cruzaron sus caminos. El sentido de la vía es único, con lo que solamente el que iba en dirección bajada lo hacía de forma correcto. En descargo del otro vehículo puede decirse que no existe señalización al respecto. 

El más grave de los accidentes tuvo lugar en la avenida de García Sabell, cuando un conductor despistado se fue cuesta abajo desde la gasolinera, en sentido contrario, en una zona en la que se circula a gran velocidad.