Eso de que “hay una luz que nunca se apaga” ya no es solamente cosa de una canción de The Smiths. En A Coruña, y en concreto a la altura del número 195 de la avenida de Finisterre, es una recurrente sensación de muchos vecinos que se despiertan en plena madrugada con la impresión de haberse algún que otro interruptor encendido. El susto dura hasta que se dan cuenta de que nada tiene que ver con ellos, sino con un nuevo ‘inquilino’ del barrio: el panel lumínico correspondiente al centenar de unidades instalados para informar sobre el tráfico y la Zona de Bajas Emisiones. Bajas emisiones de gases, porque las lumínicas van más a tope que nunca.
El nuevo ‘faro’ que guía a los conductores y desvela a algún residente es tema de conversación en los clientes de la zona. “Cada vez que salgo a tirar la basura y cierro el local pienso en los que viven en los portales, y muchos ya llevan días comentándolo”, afirma la empleada de una carnicería. Un matrimonio que reside en las plantas más bajas confirma esa teoría y, aunque evita una crítica ácida, sí reconoce las molestias causadas por el panel en cuestión: “Me he levantado alguna vez a las 05.30 horas con la sensación de haberme dejado una luz encendida. Menos mal que tengo persianas, porque en otras habitaciones entra como luz natural”. Los que no tienen ese sistema de aislamiento han empezado a convivir con ello. “Al menos ahorras en la factura de la luz”, bromea un viandante que se dirige al portal 197.
Pero como quiera que nunca llueve ni alumbra a gusto de todos hay quien ha encontrado en los paneles de la Zona de Bajas Emisiones todo un aliado. “Son varias las ocasiones en las que me han entrado a robar recientemente, y al menos así me siento más protegida”, dice una comerciante. Y es que, en pleno debate sobre el descanso vecinal, la ZBE también parece arrojar luz al respecto.
No obstante, los tres últimos días las señales han permanecido apagadas.