Coruña Insólita | Una capilla secreta en el corazón de la ciudad

Tras las cortinas de terciopelo del salón de actos del viejo instituto, hay un pequeño retablo con tres imágenes, un lugar de culto que permanece escondido para quienes ignoran su existencia
Coruña Insólita | Una capilla secreta en el corazón de la ciudad
Capilla Eusebio da Guarda

El instituto más antiguo de A Coruña tiene muchas historias en su interior. Algunas, relacionadas con el paso de su alumno más ilustre, Pablo Ruiz Picasso; otras, con momentos históricos de la ciudad y, algunas, con un edificio que, con casi 135 años encima, esconde numerosos tesoros ocultos. Es el caso del observatorio, situado en la parte superior del inmueble; el aula de castigo donde Picasso, al igual que otros muchos alumnos, tenía que purgar sus pecados; el aula de dibujo, que ahora ocupa la secretaría; o la capilla que se esconde en el salón de actos.  


La espectacularidad de la sala diseñada por Domínguez Coumes-Gay y que acoge la vida social del centro hace que el visitante que acude por primera vez no sepa exactamente a dónde mirar. Si al mosaico que forma el reflejo de las vidrieras  (recientemente restauradas) en el suelo, como si de un caleidoscopio se tratase, los bancos de terciopelo señoriales, el suelo de madera y, por supuesto, los maravillosos frescos que decoran el techo, pintados por Román Navarro. Pero hay un detalle que no suele ser visible y es la capilla que se esconde detrás del telón de terciopelo rojo. 


Año 1942 

El edificio se inaugura en el año 1890 y aunque ha permanecido en esencia tal y como se concibió, hubo algunos cambios según las necesidades de cada momento. 


“En el año 1942 –recuerda Isabel Ruso, directora del centro–, se divide entre chicos y chicas y el claustro decide que tiene que haber una capilla”. 


Eran los tiempos de Franco y la parte religiosa tenía una gran importancia en todos los ámbitos de la sociedad y, por supuesto, también en la vida académica. Visto que no encontraron un lugar mejor, deciden que el paraninfo era el sitio ideal para ubicar el espacio destinado al culto religioso, de forma que la estancia sirva para ambas funciones. 


“Como no había otro espacio, deciden horadar esto”, comenta Isabel Ruso señalando hacia el fondo del salón de actos. 

 

Sala doble

Las autoridades deciden que la parte derecha, según se entra al salón, sea la que acoja la capilla aunque también se mantenía la función de salón de actos, con lo que resolvían un grave problema que se les planteaba a la hora de colocar el espacio religioso en un edificio histórico. Tal y como explica José Ramón Soraluce Blond en ‘La construcción del instituto Eusebio da Guarda en A Coruña’ se coloca en el escenario “un retablo de diseño ecléctico de mediados del siglo XX”. 


“Las imágenes son de una categoría artística importante, sobre todo la virgen y la parte de atrás es madera imitando a mármol”, explica Ruso, quien destaca también el valor imponente de toda la sala: “Están los bustos de don Eusebio y doña Modesta, de Rafaele Romanelli, que giran, y la propia alfombra es de la Real Fábrica de Tapices, del año 1944, un suelo en el que cada una de las piezas es de un único árbol, y luego están los frescos del techo, de Román Navarro, que era profesor ayudante del padre de Picasso”.


“No es que lo hayamos tapado, siempre estuvo así –aclara Ruso–, era una sala multidisciplinar, y así se planteó desde el principio, como salón de actos y capilla”. Actualmente, las tres imágenes y el retablo permanecen ocultas detrás del telón, como si estuvieran preparándose para salir a escena. Mientras tanto, la capilla permanece oculta. 

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