Las obras de San Andrés han incrementado la presión para encontrar un hueco, cualquiera, donde estacionar el coche, aunque solo sea durante un segundo. El resultado se puede ver en Santa Catalina, la calle por donde se desvía el tráfico hacia Los Cantones, y donde se podían ver vehículos montados en las aceras. Hasta ayer, cuando se han plantado bolardos.
Es una única fila, en la acera más ancha, que era la utilizada por los vehículos. La otra permanece libre de obstáculos porque los coches y furgonetas no pueden montarse en ella sin cortar el tráfico, por lo que no se ha considerado necesario protegerla, aunque no se descarta hacerlo. Fuentes consultadas señalan que siempre ha ocurrido que vehículos de reparto estacionen sobre cualquiera de las dos aceras, para atender a los negocios de esta calle o de las aledañas.
Sin embargo, desde que a mediados de abril comenzó la reforma de San Andrés, la situación he empeorado, y no tiene visos de mejorar: las obras suponen la eliminación de prácticamente todo el aparcamiento (unas cien plazas) de la calle, espacio que será aprovechado para ensanchar las aceras e instalar arbolado. Solo se salvará la carga y descarga y las plazas para minusválidos.
Sin embargo, aunque se pactaron soluciones con los transportistas, no ha sido suficiente, porque en estas semanas el aparcamiento irregular había empeorado en Santa Catalina. Ahora el Ayuntamiento se ha plantado.