Como si fueran caracolas, las capsulas del proyecto Reverberos encierran el sonido del mar y lo guardan en la Torre de Hércules. Con motivo del aniversario de la declaración del faro como Patrimonio de la Humanidad, se ha realizado esta original exposición, que se podrá visitar hasta septiembre.
Como una de las normas es que no se puede tocar nada, se pensó desde un primer momento en una intervención sonora. Y para eso se encargó al artista audiovisual Berio Molina, que propuso meter el entorno de la torre dentro de ella. para conseguirlo compuso tres pequeñas esculturas, como pequeñas torres que reproducen grabaciones de sonido ambiental, del mar y el viento.
A veces, el resultado puede llegar a ser muy inquietante, si se escucha en las antiguas salas de piedra de faro romano, saliendo de esculturas de metal oxidado que encaja perfectamente con las paredes. La última, situada en la sala Giannini, casi reproduce la arquitectura abovedada de la propia torre.
En esa última escultura, se escuchan pájaros, una alegoría del alma que se eleva a través de la ascensión de la Torre. Cuando uno está perdido en el mar, siempre anuncian la tierra. El sonido está pensando para reproducirse en ciclos de media hora, con intervalos de cinco o diez minutos.
Molina señalo que los reverberos on superficies reflectantes del fanal del faro, Aquello le dio la idea para llevarlo al campo sonoro. "Estas cápsulas reverbaran sobre todo o sonido do vento, porque hai dous muros acústicos, o mar e a cidade", declaró el artista, que considera que le dan mucho carácter. Se recogió el sonido durante días de viento, de madrugada (cuando cantan los pájaros) y por la tarde.
La alcaldesa, Inés Rey, expresó su lacer por presentar esta exposición en una toerre que es "un símbol e unha guía durante dous mil anos, como sinal marítima e sinal persoal".