La Torre de Hércules fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 2009, año en el que recibió 149.440 personas. Desde entonces, y pese a ser un monumento reconocido por su valor excepcional, el faro romano no ha vuelto a cosechar una cifra similar de asistentes. Sin ir más lejos, el pico más alto, según los datos recogidos por el Ayuntamiento desde 2002, se dio cinco años antes de la designación, en 2004, con 178.269.

Al año siguiente de ser reconocida por la Unesco, la Torre atrajo a 139.514 personas; en 2011 bajó a 131.131; y en 2012 se produjo la primera caída, hasta las 83.559, pero por una causa justificada: tuvo que ser sometida a trabajos de mejora, como la sustitución del pararrayos y otras obras en la zona de acceso a visitantes, además de regularizar el servicio de atención al público. Ese año se presentó el nuevo equipo técnico, entre el que figuraba la que a día de hoy sigue siendo directora del faro, Ana Santorum. 

El número de visitantes volvió a superar la barrera de los 100.000 en 2013, alcanzando los 116.946, y se mantuvo estable hasta 2016, cuando escaló hasta los 127.847. En los siguientes ejercicios (2017, 2018 y 2019) el número osciló entre los 133.00 y 123.000. En 2020 llegó la pandemia y las visitas se redujeron hasta las 21.799, siendo al año siguiente 28.514. En 2022 y 2023 comenzó la recuperación y los visitantes registrados fueron 89.177 y 97.154, respectivamente.  

  
Si se hace una media de visitantes desde que hay registros (2002) la cifra resultante es 120.000 por año (por cierto, el 25% de las personas proceden de otros países), y en torno a esas cifras se movía antes de la pandemia. Pero la gran pregunta es la siguiente: si la Torre de Hércules goza desde hace quince años de un reconocimiento tan importante, ¿por qué ha caído el número de personas que la visita? 

La directora del monumento, Ana Santorum, comenta que con la pandemia, como es lógico, se produjo un gran descenso del que se recuperan paulatinamente. Además, “la introducción de la venta online y por franjas horarias, así como la modificación de horarios, también implica menos afluencia”. Otras fuentes municipales achacan la caída a diversos factores que influyen en el funcionamiento del faro, como los días de temporal, en los que permanece cerrado por vientos fuertes o el aforo limitado. 

La concejala de Turismo durante el mandato del popular Carlos Negreira (2012-2015), Luisa Cid, cree que las causas son otras. “Fui la que instauró las limitaciones de aforo, que eran necesarias para proteger el monumento, pero apenas afectó a la cifra. Yo creo que la difusión turística de los últimos años es mejorable. Por ejemplo, a día de hoy, al igual que se vio con Henrique Tello, no tener gerente del Consorcio de Turismo afecta mucho”, dice. Para Cid el turismo “es fundamental” y considera que “la Torre es poco conocida a nivel nacional. Es un tema a trabajar, porque el nivel de conocimiento es bajo”. La solución, por lo tanto, sería promocionar “de forma adecuada” el monumento, que no solo es “marca ciudad” de patrimonio, sino también “como leyenda y arquitectura”. “No se está trabajando como se debería”, añade, mientras pone como ejemplo “lo que se hace en Irlanda”. 

Culpa del precio de la entrada no es. La tarifa general era de 2 euros al comienzo de la serie analizada (2002) y subió a 2,5 en 2009. Hoy es de 3,09 y las visitas están limitadas a 32 personas cada media hora.