Hace tres años y medio la Asociación ALAS Coruña, que defiende los derechos de las personas Lgtbi, no dudó en tildar el asesinato de Samuel Luiz como un crimen homófobo. Ha sido un camino largo, pero este domingo, ya con verdad judicial, quedó confirmado: Diego Montaña, el acusado –ahora condenado por asesinato con alevosía– actuó por animadversión a la orientación sexual de la víctima. Ana G. Fernández, presidenta de la asociación, estuvo presente en todas las sesiones del juicio. Su papel era el de ejercer como acusación popular, representada por el abogado Mario Pozzo-Citro. El domingo, con la tensión todavía en el cuerpo, no lo dudó: “Este veredicto va a marcar un antes y un después”.
Han pasado tres días desde que se conoció el desenlace. ¿Cómo lo valora?
Por la parte que compete a ALAS, como acusación popular, estábamos ahí para que se reconociera que el hecho de que te maten a grito de ‘maricón de mierda’ es homofobia y así ha quedado probado en sede judicial. Por ese lado, estamos satisfechas. Evidentemente, sabemos que no es el veredicto perfecto. Entendemos el malestar que puede haber, pero respetamos la decisión del jurado popular.
¿Tuvo dudas alguna vez de que el jurado no viese la agravante de discriminación por condición sexual?
Nunca antes se había reconocido el agravante que teníamos en este juicio. Ese era el miedo. Éramos conscientes de que ese reconocimiento de agravante era algo que ya gran parte de la sociedad llevaba reclamando estos tres años. La gente lo tenía bastante claro, pero quedaba conseguirlo en sede judicial. Creemos que es lo que marca el antes y el después, no solo a nivel jurídico, sino también a nivel social. Evidentemente, siempre hay el miedo porque ves que no es tan sencillo como parece.
Algunos abogados de la defensa declararon tras el veredicto que la repercusión mediática jugó en su contra. ¿Está de acuerdo?
No lo sé, porque desde el primer momento fuimos muy conscientes de que la repercusión mediática podía llevar a que no hubiese un juicio justo, por lo menos por la parte social. Sabíamos que ALAS, como parte del proceso, tenía una responsabilidad. Somos las primeras que defendemos que todo el mundo tiene derecho a un juicio y a una defensa justa. Todas las partes, porque Samuel también se merecía un juicio justo. Todo lo que hemos oído a lo largo de estas semanas ha sido muy esclarecedor y todas las horas de deliberación que tuvo que pasar el jurado hasta llegar a ese veredicto ha sido una señal bastante importante de que quizás no era tan sencillo. No sé si iban juzgados de casa, pero el jurado necesitó mucho tiempo para esclarecer qué es lo que ocurrió.
Tanto para acusar como para defender, se puso mucho énfasis en los estereotipos. Fuera de la sala, la lucha es terminar con ellos. ¿Era necesario en este caso? ¿Fue duro debatir la orientación sexual en un juicio?
Siempre hemos sido claras: el hecho de que te maten con el grito de ‘maricón de mierda’ es homofobia, independientemente de que seas una persona Lgtbi o no. Tener que estar debatiendo o demostrando eso en una sala de vistas me pareció terrible, porque la cuestión no era si lo era o no. La cuestión era si lo percibieron como tal. Hay unos estereotipos que estamos intentando derribar, pero también son los que nos ponen en riesgo cuando salimos a la calle. Hay una expresión, una lectura del cuerpo, de la gestualidad, que creemos que fue lo que ocurrió aquí: una lectura de la identidad de Samuel que les llevó a creer que era gay y se vieron legitimados para descargar su odio contra él.
Las defensas restaban importancia a la palabra ‘maricón’, comparándola con cualquier otro insulto. ¿El veredicto cierra este debate?
La Lgtbifobia no se acaba con este juicio ni con este veredicto, pero es cierto que este debate comenzó en el minuto 0 en el que muchas personas pusieron en duda que esto fuese homofobia. Para el colectivo Lgtbi y gran parte de la sociedad no había debate alguno de que esto era homofobia pura y dura. Espero que sirva para concienciar a todos esos tertulianos y políticos que se atrevieron a ponerlo en duda; espero que esto les haga reflexionar de cómo ellos mismos perpetúan un sistema machista y Lgtbifóbico. Cabe esperar que esto sea un avance para la sociedad.
Luciano Prado, abogado de Katy Silva, dijo, incluso, que no entendía este ‘folclore homosexual’.
Escuchar que este juicio es un folclore homosexual en ese momento, en ese lugar, dice mucho de cómo nos ven: como algo folclórico, divertido, exótico y de no tomarse en serio. Nuestras vidas tienen que tomarse en serio como cualquier otro colectivo que forma parte de la sociedad. Es duro escuchar eso en un momento así porque perpetúa el discurso de odio.
¿Será la sociedad más consciente ahora de lo que se puede decir y lo que no?
El jurado popular es un reflejo de la sociedad y el reconocimiento de este agravante sin precedente en un caso similar indica cómo vamos avanzando. Estamos hablando de derechos humanos, de igualdad, y si este veredicto sirve para desarrollarnos de una forma más libre e igualitaria será algo positivo, o de lo poco positivo que podemos sacar de todo esto.