El escritor argentino Andrés Neuman acaba de publicar ‘Hasta que empieza a brillar’ (Alfaguara), una novela que recupera la vida y obra de María Moliner, no sólo de su labor en el diccionario conocido popularmente por su nombre, también de su vida anterior.
Neuman presentó ayer la obra en A Coruña, una ciudad que no le es ajena, ya que tiene ascendencia de la ciudad. Familia de emigrantes coruñeses a Argentina, ayer presentó su obra en la UNED. Y quizá ese vínculo le hace ver con perspectiva algunas bonanzas de la ciudad: “María Moliner fue una de las bibliotecarias más importantes de la historia de España, y esto está muy bien recordarlo en A Coruña, donde hay una red de bibliotecas ejemplar, a la vanguardia de todo el país”.
Y es que Neuman recuerda que “la vida de María Moliner sin el diccionario ya es una vida de novela, ya ni hablemos cuando después de ser expedientada por el franquismo, degradada 18 niveles en el escalafón, después de ser inhabilitada y desterrada a una biblioteca de ingeniería industrial, para que no molestara, se remanga y tiene la idea genial, atrevida y memorable de cuestionar el mundo palabra por palabra y escribir ella un diccionario”.
Para refrendar la idea de que Moliner era la mejor bibliotecaria del país, Neuman recuerda que cuando era la encargada de las bibliotecas valencianas, el gobierno de la República le encargó hacerse cargo de la gestión “de todas las bibliotecas de la España republicana”.
“Durante un año, que me hace suspirar de melancolía, todas las políticas bibliotecarias de la España republicana pasaron por sus manos y elaboró un proyecto de ley, que se aplicó unos meses, el ‘plan Moliner’, para articular las bibliotecas rurales, comarcales, regionales y estatales”, comenta el escritor argentino.
“Todo lo que tiene que ver con la vida de María Moliner es conmovedor, generoso e increíblemente literario”, asegura el escritor. “Me propuse contar su vida como una novela porque es poco conocida y porque por mucho que investigues, siempre encuentras huecos y enigmas”, añade.
Neuman indica que el diccionario de María Moliner “no es sólo una obra lexicográfica magistral y heterodoxa, no solo es un gesto de rebeldía inolvidable en un tiempo lleno de silencios y control al lenguaje, es un libro escrito con una sabiduría vital y una generosidad emocional como no tienen otros diccionarios”.
Y es que, a juicio del autor argentino, un diccionario también puede estar imbuido de experiencias personales, aunque no pueda afirmar que son conscientes. Pone como ejemplo las citas que se usan acompañando las palabras en los diccionarios. “Las convicciones de doña María se cuelan todo el rato en el diccionario y a nivel político es delicioso lo que hace”.
Cita aquí Neuman, como ejemplo, los ejemplos que usa tras la definición de ‘bloquear’: “Bloquear una pelota en un deporte o bloquear una señal de radio”. Hace lo propio con ‘libre’: “Libre como los pájaros; o ha salido de la cárcel, ya está libre”. “Es de una enorme inteligencia y habilidad cómo consiguió colar estos contenidos de un modo delicado y justo”, apunta el escritor, que también añade que “doña María nunca fue neutral, pero tampoco sectaria, el diccionario tiene justicia y justeza”.
Neuman recuerda que Moliner trabajó sola en esta tarea titánica de crear un diccionario y, al contrario de la imagen popular que se tenía en la época, “no hizo el diccionario en su cocina”. El autor asegura también que su experiencia vital tuvo mucha importancia en su conocimiento del idioma: “Adquirió una idea muy descentralizada de la lengua castellana, era aragonesa, se crio en Madrid, conoció al padre de sus hijos en Murcia, hizo vida en Valencia, se casó con un catalán... entonces, antes de regresar a Madrid, escuchó muchos acentos, muchas maneras de hablar que le permitieron hacer, como decía Gabriel García Márquez, ‘el diccionario más completo, útil y divertido de la lengua castellana’”, afirma.