La particular relación de los coruñeses con la muerte y la intensa forma de vivirla ha tomado un matiz totalmente diferente de un tiempo a esta parte. Llámese Samaín o Halloween, en función de reivindicar las raíces celtas o cinéfilas del asunto, la ciudad se ha quitado de encima el miedo al averno y sus criaturas y ha convertido la víspera de Difuntos en una celebración que convierte el 31 de octubre en la segunda cita más importante del año para los pubs y las discotecas. Y lo de 2024 ha sido de récord.
Ni San Juan ni las Fiestas de María Pita. El pasado jueves dejó en la práctica totalidad de los establecimientos la caja más suculenta del año. La imagen era terrorífica, según a quien se le pregunte: enormes colas para acceder a cualquier establecimiento, a los taxis o para pedir una simple consumición. Pero también terroríficamente buena para revitalizar un sector que facturó como nunca. Quizás, el caso paradigmático es The Clab, donde se había anunciado el ‘sold out’ semanas atrás y donde se había advertido que no se despacharían tickets en caja. Dio igual. La instantánea era propia de los mejores tiempos de Chaston en los 80. “Le damos un 9 o un 10 sobre 10 a la noche. A nivel recaudación ha sido lo mejor del del año con diferencia”, confiesa la gerencia. “Además, hay que señalar el civismo de todo el mundo, con la total ausencia de incidentes”, agrega. La imagen de la calle Costa Rica pasadas las 06.00 horas era de muy pocas ganas de irse a casa por parte de los clientes, que esta vez no se vieron beneficiados por el horario ampliado.
La Calle, en la avenida de La Marina, es uno de los pubs que desde 2022 va a lleno por noche. Sin embargo, la propiedad nunca había visto algo semejante. “La noche fue mucho mejor de lo esperado y podemos decir que fue nuestro récord desde que abrimos”, dice Antonio Ruiz, también propietario de Piccadilly y Quai. “Allí, aunque no fue histórico, sí podemos hablar de la noche más importante del año hasta ahora. Nunca había venido tanta gente disfrazada y el marketing influye muchísimo”, añade.
Tampoco la versión menos nocturna de los establecimientos escapó a esa tendencia. El presidente de los hosteleros de La Marina, así como responsable de La Mansión 1783, cree que el puente dio de comer a todo el mundo. Literalmente. “El viernes, el sábado y el domingo estuvimos a reventar también. Fueron días de trabajo muy intensos”, comenta.
El Grupo Pelícano volvió a ser la pesadilla antes de Navidad a lo grande, con su habitual show y lleno en Pelícano. Además, Hyp3 funcionó muy bien tanto en sesión light como juvenil. Oceánico y Xen-Playa Club también se montaron su película para un público mucho más específico, pero sin abandonar el concepto Halloween.
Incluso aquellos que trabajan a su propio ritmo y con una clientela muy fiel, como es el caso de Lebowski en Monte Alto, ‘fliparon’ con sus ‘indies’ disfrazados de heavys. “Estuvimos a tope y fue una noche mucho más fuerte de lo normal. Para nosotros, además del Noroeste, es quizás la noche del año”, subraya su gerencia.
En el debe de la noche, son varios los hosteleros que coinciden en apuntar una idea semejante: la vuelta del botellón a las puertas de los establecimientos. Y ni mucho menos a escondidas. En la puerta de las principales discotecas los jóvenes apuraban sus copas antes de acceder. “Ha bajado la presión policial en ese sentido”, denuncia un empresario.