El Depor no es el único motor de la ciudad que puede presumir de haber celebrado un ascenso histórico (si bien en el plano competitivo palidece respecto a otras gestas, la sensación de liberación así lo determina). Es evidente que la hostelería y el club han ido siempre de la mano, tanto en las buenas como en las más recientes decepciones, pero el primer curso de alegrías en muchos años ha tenido como gran beneficiado tanto a los bares de la zona de Riazor como a sus proveedores. Según datos que maneja Estrella Galicia, el incremento de consumo ha sido de un 35 por ciento durante el primer cuatrimestre del año, lo que sitúa los índices entre los mejores de toda la historia del Deportivo y la hostelería, al menos desde que existen registros digitalizados. “Ahora mismo estamos a niveles de los mejores años de la historia de la hostelería en toda la zona de Riazor”, reconoce Alfonso Pequeño, brand ambassador de la cervecera de los Hijos de Rivera.

Todos los indicios apuntaban hacia ese dato final: el domingo 12 de mayo, el del ya icónico gol de Lucas Pérez, entre la fan zone y los locales del entorno se quedaron sin una sola gota de líquido que servir a sus clientes. De hecho, las casi 100.000 personas que se estima participaron en la fiesta comenzaron un peregrinar como si del desierto se tratase en busca de la copa del Santo Grial. Que la hostelería exprimió el ascenso hasta quedarse seca quedó patente también en una fotografía ya entrada la madrugada del domingo al lunes, con un aspecto similar al de la noche de San Juan. Quince días después, en la oficializada celebración, Estrella Galicia realizó la mayor descarga de líquido jamás realizada en A Coruña. Que las dos empresas nacidas en 1906 hayan marcado una colaboración de récord tiene otra lectura: la internacionalización de la oferta y la globalización actual poco tiene que ver con los gustos noventeros y ochenteros. 

Particularidades 

Es la de Riazor una de las zonas más particulares para la planificación y la gestión de un espacio hostelero. Y es que, si bien todo el mundo firmaría a priori tener una potencialidad de 30.000 personas en los alrededores cada 15 días, la oscilación es brutal, al igual que la estacionalidad. Por ejemplo, durante los meses de clima más adverso no son calles por las que transiten demasiados viandantes y la mayoría del tráfico es rodado. 

La alineación de Riazor que más se saben de memoria algunos aficionados, además de las de Bebeto o Tristán, es la de los locales de Manuel Murguía. Algunos han resistido en las malas y sido espacio de ‘troula’ en noches como las del 12 de mayo. “Estamos en la boca del lobo y somos unos privilegiados”, reconoce Javi, copropietario del Rompeolas. Su vecino Álex Novo, de la jamonería Sieiro, coincide con Estrella Galicia al hablar de un periodo histórico en este inicio de 2024. “San Juan supone el 1 por ciento de la facturación del año, pero si el ascenso hubiese sido un sábado, la Estrella Galicia si hubiera quedado sin stock”, asegura. “Estuvimos muy por encima de lo habitual”, añade. 

Todavía se intuye la estructura y la famosa cristalera del histórico Zurich, desde hace tres años convertido en el Lume y con Feli López como gerente. Solamente abre por las tardes los días de partido, mientras que el resto de la semana vive del café. “Es una zona peculiar”, explica la hostelera, quien dice arreglárselas con un solo refuerzo en jornadas de futbol. 

También el antiguo Soportal se ha rebautizado. Desde hace tres meses funciona como Savannah, con Silvia Balián al frente. De momento solamente ha saboreado las mieles del éxito, pero sabe lo que le toca. “Los días de partido estamos con refuerzo de personas y todo se basa en cerveza y caña”, comenta.
Y es que, si bien la afición del Depor se caracteriza por estar en las duras y las maduras, éstas son siempre más propicias para levantar el ánimo de los bares.