El arqueólogo municipal Marco Antonio Rivas Nodar visitaba ayer la asociación cultural Alexandre Bóveda para impartir una conferencia en la que explicar las intervenciones arqueológicas que se han llevado a cabo en los últimos cinco años en el 4 de la calle Sinagoga y sus interpretaciones de por qué lo que hay en su interior “podría ser una mikvé”. 
 

Que el agua almacenada sea “auga de manancial”, es decir, natural, que “non estea estancada” y que no sea trasladada o canalizada desde otro lugar, es un primer punto a tener en cuenta.
 

La distribución del espacio de ‘baño’, con el tamaño como “para unha persona”, acerca más la posibilidad de que sea una mikvé (un espacio para baños de purificación, según la tradición judía) y no alguna de las otras dos interpretaciones que se manejan: una cisterna (opción casi descartada) o un pozo, tal y como recordó Rivas que figura en dos documentos oficiales del siglo XIX, aunque explicaba que probablemente su inscripción fuese así por desconocimiento de su uso real.
 

La disposición de las escaleras que bajan hasta el agua, por todo el ancho de la estructura, o los diferentes bancos tallados, son otros dos aspectos que llevan a Rivas a interpretar que el hallazgo, que se deberá concretar en futuras “excavacións en área” e investigaciones, podría ser una mikvé. 
 

La conferencia, además de para detallar cronológicamente todos los trabajos realizados en los últimos años, sirvió también para que Rivas pudiera reincidir en un aspecto que se suele aprovechar para rebatir que pueda ser una mikvé: su discordancia con otras estructuras similares. “Non hai un formato único”, apuntaba Rivas recordando que las ya registradas y catalogadas como tal no guardan relación entre ellas.
 

Afirmaba también que la relación de su construcción con el muro sur del inmueble deja ver que en ningún momento fue trasladada, ni destruida, sino que se construyó a conciencia sobre ese manantial. Marco Antonio Rivas aguarda que los próximos pasos arrojen todavía más luz.