Ignacio Prada | “En un viaje en el tiempo pediría ir al inicio del tranvía eléctrico”

Salvo una época de varios años en la que vivió en Madrid, Cuatro Caminos es su barrio de siempre, aunque recorre toda la ciudad. A pie y, por supuesto, también en autobús.
Ignacio Prada | “En un viaje en el tiempo pediría ir al inicio del tranvía eléctrico”
Ignacio Prada posa en un bus de la Compañía de Tranvias | Pedro Puig

EntrevIsta CTV

 

Lleva los buses rojos en el ADN, como parte de la saga familiar de la Compañía de Tranvías que es y que, de pequeño, le permitía entrar en Cocheras, un lugar maravilloso para un niño. “Lo hago ahora con mis hijos –explica–, los traigo de vez en cuando un fin de semana para que vean y que pregunten, que es lo mismo que me hacía a mí mi padre”. Ignacio Prada nació en A Coruña en 1986 aunque reconoce que la gente se suele sorprender con su edad: “Es por el tema canas –matiza–; es de familia, mi abuelo tuvo canas muy rápido”.

 

¿Lo de las canas es de familia por genética o porque la Compañía les da muchos disgustos?

Mi abuelo tuvo épocas muy buenas y también le salieron canas. Quiero pensar que es por familia. Pero sí, caneé muchísimo a partir de venir aquí (risas).

 

¿Cuál es el primer recuerdo que tiene de A Coruña?

Supongo que, como todos los niños, el parque. Los jardines. Mi plaza más inmediata de casa es la de la Palloza, que en aquella época aún se usaba para jugar, ahora es una plaza de paso. Y luego los jardines, la Rosaleda y tal.

 

¿Cuáles son sus barrios?

Cuatro Caminos es la zona donde me he criado. Y ahora vivo ahí, en la misma casa. Con 18 años me fui a estudiar a Madrid y viví allí casi doce años, entre estudiar y trabajar, y allí conocí a la que es mi mujer ahora y decidimos volvernos cuando ya tenía 30 años.

 

“Hice Ingeniería Industrial por la rama de electricidad y recuerdo que a mi padre no le hizo tanta gracia; pensó que iba a ir por mecánica pero, al final, no fue tan mala elección

 

¿Qué estudió?

Ingeniería industrial. Luego hice un MBA pero vamos, estudiar estudié eso. Luego me metí en la rama de electricidad, que recuerdo que a mi padre no le hizo tanta gracia, porque pensó que iba a ir más por mecánica pero me gustaba más electricidad y fíjate que yo creo que va a ser fundamental. Al final, no fue mala elección.

 

¿Y le viene bien para el día a día en Tranvías?

Pues no hago proyectos, claro. Me gusta preguntar y estar al día del mantenimiento del taller, creo que me entiendo bastante bien con nuestro jefe de taller.

 

¿Y en dónde trabajó en Madrid?

Estaba en una empresa de informática, en una consultora. Y hacía cosas de informática, de sistemas de gestión. Me ayudó mucho porque me permitió trabajar en la India, en Estados Unidos... y conocer otras formas de funcionar. Ahí es donde trabajaba y donde conocí a mi mujer. Luego la convencí para venirse aquí.

 

¿Y no fue fácil?

Sí, sí que fue fácil. Tenía mucho miedo porque es un cambio irse de Madrid y venirse a una ciudad más pequeña. Pero creo que nos ha acogido muy bien, y esa es la grandeza de A Coruña, que es una ciudad muy acogedora.

 

¿Y qué es lo que no le gusta tanto de la ciudad?

El tiempo, yo sé que eso a ella le costó pero al final te vas acostumbrando. Y cuando más rabia me da es cuando no se cumple lo que acabo de decir, porque hay gente que se va y no ha logrado adaptarse y eso es que no hemos podido demostrar lo que somos.

 

Cuando está fuera de aquí, ¿qué es lo que echa de menos?

Lo típico es decir el mar... yo no recuerdo echarlo tanto de menos, sí a la gente y a mis amigos. Yo sigo manteniendo el contacto con mis amigos, a los que conocí con cuatro años en el colegio.

 

 

¿Y a qué colegio iba?

A Santa María del Mar

 

¿Y qué recuerdo guarda?

Muy bueno, yo era muy buen estudiante. No recuerdo ser el mejor estudiante siempre, es como una carrera de fondo, pero al final tuve matrícula de honor. Fue fruto del esfuerzo pero también es que hicieron bien las cosas y yo conseguí conectar con el colegio. De hecho, luego estudié en una universidad de jesuitas también.

 

Suelo preguntar a la gente qué bus coge para ir a su casa... pero esta seguro que se la sabe.

Muchos pueden llevarme a mi casa. Suelo coger la 12, es más rápida la 14 pero tarda más en el recorrido. Y, si la pierdo, cojo el 3 a la plaza de Pontevedra y luego allí, la universitaria para ir a Cuatro Caminos. Transbordando puedes llegar igual o mejor. Ahí no me vas a pillar (risas).

 

“La Compañía de Tranvías es una empresa muy familiar. Hay sagas de conductores. Mantener todo ese legado y saber estar ahí es lo que más vértigo me da 

 

Si pudiera hacer un viaje en el tiempo, ¿a qué época iría?

En un viaje en el tiempo pediría ir a los años diez. A ese momento del inicio del tranvía eléctrico, cuando España ya no estaba metida en guerras... Esa época me gustaría verla.

 

¿Qué es lo más complicado de gestionar una compañía con tantos años de historia?

Sobre todo el vértigo, claro. Cuando yo entré, entré de director. No era el plan inicial y creo que era el más joven de la compañía cuando empecé. Todos tenían mucha más experiencia, aunque yo lo había vivido desde dentro. Es una empresa muy familiar. Hay sagas de conductores: lo fueron sus abuelos y sus padres, hoy lo son sus hijos. Viven la empresa tanto como mi familia. Mantener todo ese legado y saber estar ahí es lo que más vértigo da. Con el covid se aparcaron las diferencias para salir adelante; en las malas, se nota que somos una familia.

 

¿Ese fue el peor momento?

Sin lugar a dudas, lo pasamos muy mal. En el confinamiento llevábamos solo al diez por ciento pero a poco que fueran doce personas en un bus ya se preocupaban. Y eso que va la gente callada pero rápidamente nos fuimos todos a los bares. Y ahí sí que hablamos, gritamos y te contagiabas más.

 

Pero la fama la llevaba el bus.

Y era muy injusto. Fue muy difícil luchar contra eso y tardaron mucho en quitar las mascarillas en los buses. Ahora estamos batiendo récords; la gente usa cada vez más el transporte público. Somos la ciudad que más ha crecido con respecto a la media del resto de ciudades y tenemos el nivel de viajeros por habitante de las más altas de España. Eso es que el servicio funciona porque, si no, la gente no lo usaría.  

 

¿Cuánta gente le para por la calle para pedirle cambios en el bus?

Uf... (risas). Hay quien me pide que recuperemos líneas desaparecidas, como la 10, que es una 11 que acababa en Puerta Real en los años 80. Existió la 8, la 9, la 10...

 

¿La 13 también?

La 13 existió, sí.

 

No éramos supersticiosos...  

No, no. Eran líneas que hacían el mismo recorrido con una variación. No es cuestión de hacer más líneas sino de que sean más eficientes. La 10 era la misma que la 11 pero acababa en Puerta Real. En lugar de tener un bus con dos líneas cada media hora, tiene sentido tener uno que pase cada 15 minutos. Y los resultados nos dieron la razón.

 

El peor momento fue el del covid,  pero ¿y el mejor?

Pues... hay gente que llama para felicitarnos: ‘El conductor de la línea tal ha sido estupendo’. Y saber que la gente lo usa me pone muy alegre porque no dejamos de ser un servicio de la ciudad, lo tenemos en el nombre y en el ADN, Tranvías de La Coruña, y es a lo que aspiramos, a servir, a la propia ciudad. 

 

Preguntas cascarilleiras

¿Churros de Bonilla o del Timón?

Yo, personalmente, elijo Bonilla. Ahora bien, voy más al Timón.

 

¿Y eso cómo se entiende?

Pues porque a los niños les gusta más.

 

¿Jardines de Méndez Núñez o monte de San Pedro?

Jardines, porque es lo que recuerdo de toda la vida.

 

¿Calle de la Estrella o de la Barrera?

Yo es que me movería más quizás por Olmos. Y por mi barrio, por la plaza de Vigo... Salgo menos, con los niños es más difícil pero desde la Estrella hasta la Barrera, todo me vale.

 

¿Bebe agua de Emalcsa o embotellada?

Emalcsa 100%. Muy defensor del agua del grifo. Aquí, en Madrid y en todas partes. No te venden de Emalcsa, que si la vendieran la compraba (risas).

 

¿Playa de Riazor o del Orzán?

Pues voy a decir lo de antes: Prefiero la del Orzán, pero voy más a la de Riazor por los niños. Es más familiar. Tengo muy buenos recuerdos del Orzán. Yo iba con mi padre. En verano, salía de Tranvías, me venía a buscar, aprovechando el parking nuevo que acababan de inaugurar, aparcaba ahí, nos bañábamos corriendo y nos íbamos a comer. Todos los días.

 

¿Suele recorrer la ciudad a pie o motorizado?

Más a pie y, si no, voy en bus, evidentemente. Procuro usar el bus todo lo que puedo y dejar el coche para viajes no urbanos.

 

Y, una duda, le dejan pasar gratis o paga como todos?

Yo uso el billete de todo el mundo. Con la aplicación y con el QR porque no hice en su momento lo de ir a pedir la tarjeta física y por eso uso la app. Los empleados tienen un pase.

 

¿Helados tradicionales como los de la Colón o sabores más modernos?

Los de la Colón de toda la vida. Yo pido uno muy raro... bueno, pido los sabores que más me gustan, aunque mezclarlos puede parecer raro: pistacho y limón. Y no está tan mal.

 

¿Es más de una verbena o de un concierto en el Coliseum?

Concierto. Recuerdo de pequeño ir a Mecano con mis padres, el de Elton John... Le tengo mucho cariño al Coliseum. Y de los últimos a los que he ido, pues el de Queens of the Stone Age, y el de Rosalía, que fui con mi hija.  

 

¿Carnaval o San Juan?

Ahora mismo, Carnaval. Y, una vez más, por lo mismo. Es una fiesta muy guay con los niños. San Juan, cuando era chaval e iba a la playa. Pero, ahora mismo, Carnaval.

 

¿Y dice más veces chorbo o neno?

Neno. Neno me ha salido hasta hablando en Madrid con los de allí, el ‘neno’ no lo puedo evitar.  

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