Isra Cubillo | “En el Antiguo somos un clásico de A Coruña como el Obelisco”

Vive en el espacio “siempre fronterizo” que hay entre Os Castros hasta Pardo Bazán, en donde está su bar y en donde conoce y saluda por su nombre prácticamente a todos los vecinos
Isra Cubillo | “En el Antiguo somos un clásico de A Coruña como el Obelisco”
Isra Cubillo, en el exterior del bar | Pedro Puig

EntrevIsta CTV

 

Se podría montar un ‘Quién es quién’ en A Coruña solo con las fotos que hace Isra Cubillo (A Coruña, 1973) cada noche en la puerta del Antiguo, un bar de los de toda la vida en el que, al igual que en la ciudad, nadie es forastero. Filósofo y confesor detrás de la barra, artista y fotógrafo delante de ella, Ojo Fuguilla, como le llamó Vari Caramés hace años, asegura que le confunde más el día que la noche porque todos van estresados y nadie se puede quedar a charlar. A un saludo rápido paran todos los vecinos, con los que, algo raro en un local de copas, mantiene una relación ejemplar.

 

¿Cuál es su primer recuerdo de A Coruña? 
Recuerdo bajar a la Solana en el bus de dos pisos con mis padres, con un señor que cobraba en la planta de abajo.

 

¿Dónde fue al colegio? 
Colegio público, en los Castros. Salvo un par de casos, como el de la profesora Margarita, tampoco es que le tenga mucho cariño. No supieron ver por dónde iba yo. Es verdad que estaba un poco despistado, ya leía por la noche y por la mañana me dormía. Siempre fui noctámbulo.

 

¿De siempre? 

Sí, trabajo por la noche porque soy noctámbulo, no al revés. Soy de ese diez por ciento que decía el doctor Estivill, como Elías Querejeta, que arreglaba los negocios por la noche, o el presi, Lendoiro.

 

¿Y dónde jugaba de niño? 
En la calle, claro, en la Merced. Había muchísimos niños, era un barrio de acogida, con gente que venía de la aldea. Y muy pocos coches. Estaba Codeco, el primer hipermercado que hubo aquí.  Jugábamos en la calle, que estaba asfaltada... No estábamos con la argolla en la nariz.

 

Y vive aún en la misma zona... 
Viví mucho tiempo en Pardo Bazán, que es mi otra calle. Llevo más años aquí al final. Pero sí, volví a los Castros. Lo mío siempre ha sido la frontera.

 

¿Por qué la frontera?
A ver, esta zona no deja de ser otro barrio, pero es fronterizo. Siempre estoy, como decía Bolaño, en el filo, no soy de aquí ni soy de allí pero casi toda la gente que conozco es de esta zona.

 

De hecho, estábamos en la puerta y no dejaba de saludar gente. 
Cuando nos ponemos Antón y yo nos llaman Bimbo y Lolo (risas). Nos conoce todo el mundo, llevamos aquí treinta años, los cumplimos el año que viene.

 

Cuando nos ponemos Antón y yo en la puerta nos llaman Bimbo y Lolo (risas)

 

Quién le iba a decir que iba a estar aquí treinta años...
Nadie. Y, al final, esto de trabajar por la noche me permite hacer otras cosas: ver cine, leer, fotografiar, conocer gente... La hostelería no es algo que me guste, no me considero hostelero. Soy fotógrafo.

 

Llama la atención que no se considere hostelero cuando si hay un referente detrás de una barra seguramente sea Isra Cubillo.  
No me gusta eso. Como en ‘La gran belleza’, no hay que ser nunca un profesional de nada, se pierde la frescura. Me gusta levantar la reja y tomármelo como una representación teatral, pero no estoy tan pendiente del día a día, de los proveedores...

 

Pero sí de los clientes. 
Eso sí, quizás soy más relaciones públicas. Conozco a la gente, a sus hijos... Ese es mi rollo. Alguno dice que siempre están los mismos. Y es porque viene a esa hora concreta pero no. Los jueves viene mucha gente joven y de Inditex. El viernes es más matrimonios de toda la vida que han ido a cenar y el sábado, el que pasa por delante... Pero sí, lo que me gusta es el trato con la gente. Sé lo que cuesta la bolsa de hielo, pero la cabeza la tengo para ver a quién no le saqué la foto en la puerta y llevar esa memoria de quién ha pasado por aquí.

 

Sé lo que cuesta la bolsa de hielo, pero la cabeza la tengo para ver a quién no le saqué la foto en la puerta y llevar esa memoria de quién ha pasado por aquí

 

¿Qué va a hacer con todo ese archivo que tiene de los que han pasado por aquí?
Me gustaría algún día hacer un librito, que va a ser complicadísimo.

 

Harán falta un par de tomos...
Que salga todo el mundo va a ser complicado. Y no todas las fotos son buenas. En algunas se dejan y en otras sale la gente agarrada como si fuera a sacar una falta. Les digo mucho lo de “¿Habéis visto la expo de Marta Ortega?”. Que son referentes pero que, también hay que decirlo, echo de menos alguna fotógrafa.

 

¿Cómo llega a lo del bar y cómo llega a lo de las fotos?
Lo del bar fue rodado por la nocturnidad, siempre me gustó salir por la noche... Mantenerlo es lo complicado. La crisis nos metió un sopapo tremendo y nos tiramos diez años terribles. Luego vuelves a estar ahí pero yo no quiero ser un bar de moda. Ahí estuvo muy bien Moncho cuando le puso el nombre. Lo acabábamos de abrir y ya era El Antiguo. Podía sonar un poco presuntuoso pero al final funcionó.

 

¿Y la fotografía?
Leyendo. Y mi padre trabajaba en un laboratorio fotográfico. Y mi abuelo, de los primeros que hubo en Galicia. En mi casa siempre hubo fotos pero, de repente, descubro a una serie de gente que digo: esto es fotografía. No son las puestas de sol naranjas, ni la Torre de Hércules sino que puedes contar historias.


¿Qué sitios le gusta fotografiar?
Llevo siempre encima dos cámaras y empiezo a hacer retratos en bares de amigos: el Penique, el Taller, el Tarugo. Y por la calle igual me llama la atención una bolsa de patatas en el suelo.

 

¿Qué le hace sentirse orgulloso de su ciudad?
Buf, leyendo tus entrevistas la pregunta la tenía un poco así...

 

O qué le gusta.
Me gusta hasta el clima pero no soy un chauvinista. Echo de menos un poco más de cosmopolitismo, un museo de arte contemporáneo, como el que estuve el otro día en Valencia, y más actividad cultural. Lo primero que te dice todo el mundo de esta ciudad es que es muy cómoda y a mí no me gusta acomodarme. No me gusta que la música sean siempre los 80. Hay cosas que me encantan, pero otras que no te quitas de encima, como un chicle que has pisado. Estoy un poco hasta las narices de ‘La chica de ayer’.

 

Hay cosas que me encantan, pero otras que no te quitas de encima, como un chicle que has pisado; estoy un poco hasta las narices de ‘La chica de ayer’

 

Pero en su bar se oye de todo.
Sí, suena lo mismo que en un garito de Los Ángeles o Londres o Nueva York donde me gustaría estar tomando una copa. Tengo una relación de amor-odio con la ciudad pero la quiero mucho. Y a los amigos que hacen cosas: escultores, pintores, fotógrafos...

 

La noche es mucho de eso...
Pero yo no soy de noche dura.

 

Me refería a que se presta a la creatividad. 
Muchísimo. E incluso a conocer a la gente. Cuando me dicen que la noche confunde, a mí me confunde más el día, con la gente estresada, que no puedes pararte porque van con prisa.

 

Cuando me dicen que la noche confunde, a mí me confunde más el día, con la gente estresada, que no puedes pararte

 

Seguramente su personalidad se transfiera también al local. 
Sí, se ve en la decoración. En las obras de Benito Freire, Jano Muñoz, Edu Albo, Yolanda Dorda, Lara Pintos... me motiva que no sea un bar franquicia, sin personalidad. Aquí es todo nuestro.

 

Y la relación con los vecinos es muy buena. 
Cuando volvimos del covid, Concha, la vecina del primero, puso en el Facebook que nos había echado de menos. No conozco ningún bar de copas en el que la vecina del primero diga: ‘Qué bien que ya abrís’. Murió hace un par de años y la echamos de menos. Para nosotros es importantísimo estar pendientes de la hora, de que la gente no monte escándalo en la calle... y nos saludan todos. Al final, somos un clásico de A Coruña como el Obelisco.

 

Preguntas cascarilleiras

¿Churros del Timón o de Bonilla?
Por afinidad, porque Fer me cae muy bien, de Bonilla.

 

¿Jardines de Méndez Núñez o monte de San Pedro?
Pues casi te diría, que lo echo muchísimo de menos, tomarme una cerveza en la terraza de Arponera viendo el monte de San Pedro enfrente. Pero claro, ya no existe el bar de Marcos. Era mi desconexión: viajar a Monte Alto y tomarme una cervecita hablando con alguien, porque siempre aparecía gente interesante. Y es algo que echo muchísimo de menos. Viendo el monte de San Pedro, el temporal entrar, la puesta de sol más bonita...

 

¿Calle de la Estrella o de la Barrera?
Tiro por Galera. Voy a la Vermutería, a ver a Fran y a Luisa.

 

¿Agua de Emalcsa o embotellada?
En A Coruña, del grifo, pero segurísimo. Embotellada en el bar, que la tengo a mano en la nevera.

 

¿Playa de Riazor o playa del Orzán?
A Riazor fui pocas veces. Y al Orzán tampoco mucho. Como sitio fotografiable me gusta más el Matadero. Para ir a la playa tiro más hacia mar abierto.

 

¿Recorre la ciudad a pie o motorizado?
En patinete me ve todo el mundo (risas). A ver, uso mucho el bus y, por mis horarios, al final me gasto un dineral en taxis.

 

Creía que para hacer fotos lo mejor era ir a pie.
Camino mucho pero voy mucho en coche porque de noche... Y estoy muy a favor de que todo esto sea peatonal. Me parece una ciudad súperamable ahora, no echo de menos los tiempos pasados. Me gusta el rollo que está pillando esta ciudad.

 

Pese a tener coche.
Sí, sí. Si puedo, pues no lo uso, pero mi hijo vive en Abegondo.

 

¿Helados de toda la vida o sabores modernos?
La Colón, echo de menos la Italiana... Lo de los helados modernos es como lo de las magdalenitas de colores. Los sabores de la niñez.

 

¿Verbena o concierto?
Concierto, sin duda. Soy poco de fiestas populares. Soy de conciertos en el Filloa, en el Garufa, la Mardi... pero si hay que ir a ver a Rod Stewart o a los Queens of the Stone Age, que para mí fue el mejor concierto en muchísimos años, voy. Y luego está mi gran amigo Héctor Lendoiro, con Noites do Porto, que colaboro con él, con un riesgo artístico que no hay en otro festival. Cree en la música.

 

¿Carnaval o San Juan?
No soy de fiestas populares. San Juan me gustaba mucho en su momento, pero no sé qué ponerme para una sardiñada... Y en este bar Carnaval, cuando no se disfraza nadie.  

 

¿Dice más veces chorbo o neno?
Chorbito, así de coña. Y nené. Más que neno.

Isra Cubillo | “En el Antiguo somos un clásico de A Coruña como el Obelisco”

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