Cristina Goás –con tilde en la a, puntualiza– es una coruñesa de corazón aunque nacida en Asturias. “En Oviedo –explica–, el año no lo ponemos, que soy muy presumida (risas)”. Cuando tenía cinco años llegó a la ciudad en la que ha desarrollado su vida. Y siempre en la zona que hay entre Os Castros y Cuatro Caminos. Ahí vivió con sus padres y ahí está también su escuela de música, Presto Vivace: “No quiero alejarme de aquí, me trae muchos recuerdos”, confiesa. Empresaria y concejala durante un tiempo, asegura que aún echa de menos la política y el contacto directo que conlleva con los ciudadanos.
Nacida en Oviedo, ¿cómo acaba en A Coruña?
Trasladaron a mi padre, por trabajo. Y me vine muy pequeñita, tenía cinco años. Viajábamos mucho a Asturias pero me crié en los Castros. Esa era nuestra sede, donde empezamos a vivir.
¿Cuál es el primer recuerdo que tiene de la ciudad?
Había una especie de carretera y estaba todo lleno de amapolas. Recuerdo que solo quería salir y correr por ese campo de amapolas. Claro que cuando entraba había muchos bichos pero me volvían loca esas amapolas. Había un poblado gitano y recuerdo quedarme mirando y pensar: “Pobre gente, en esas chabolas”. Cuando se inauguró la avenida del Ejército ya vivíamos en el edificio Bulevar, en la parte de abajo de General Sanjurjo.
O sea, que su zona siempre ha sido Os Castros y Cuatro Caminos...
Sí, sí, pero total.
Incluso la escuela está aquí.
Sí, la otra que teníamos estaba en la calle Posse y ahora estamos en Benito Blanco Rajoy. Es que no quiero alejarme de aquí, me trae muchos recuerdos. Una de las cosas que me hace mucha gracia es la fuente de Cuatro Caminos. Es un emblema de la ciudad. Soy muy poco entendida en fútbol pero tuve el honor de estar en algunos partidos y ves que se juntan todos ahí en la fuente y me parece una sensación muy bonita. Me encanta este sitio.
¿Qué recuerda del colegio?
Tengo muy buenos recuerdos. Nos matricularon en el colegio de los Castros, que luego supe que era de los hermanos Fajardo de Andrade, y luego nos cambiaron.
“De niña, en los Castros, había una especie de carretera y estaba todo lleno de amapolas; recuerdo que solo quería salir y correr por ese campo de amapolas
¿A cuál?
A Montespiño, soy niña de Montespiño, pero no por el Opus Dei, sino porque era un colegio de niñas y éramos cinco...
¿Cinco hermanas? ¿Todo chicas?
Sí, sí, yo soy la segunda. Nos llevaron a Montespiño, que se fundó en Iñás (yo fui de las primeras) y luego fue a la Zapateira. Después, como éramos muchas y la economía no llegaba, nos fuimos a Franciscanas y al final acabé en el Femenino. De noche porque como estudiaba en el conservatorio piano... Fue la mejor etapa de mi vida, me lo pasé pipa.
¿Y le dio tiempo a estudiar algo?
No, no, yo era muy buen estudiante. ¿Sabes por qué me gustaba? Porque había gente mayor, que no eran tan mayores; los repetidores, súpersimpáticos, que se sabían todos los trucos... era como un compendio. Entrábamos a las siete de la tarde y salíamos a las once. Era muy enriquecedor, sobre todo por la gente. Ahí maduré imagínate cuanto...
¿Y de dónde surge su pasión por la música?
La tuve siempre, desde pequeña. Mi padre era aficionado a la música y un tío suyo era director de una orquesta sinfónica en Asturias y yo siempre quise tocar el piano. Toda mi vida era con música. Yo oigo música en mi interior. Subía en el autobús, que costaba doce pesetas, para ir al conservatorio y pensaba: “Tendrían que poner música aquí”. Me parece un elemento vital. Estás pasando por un proceso y, si eliges bien la música, eso te ayuda. Tiene un poder sanador y curativo.
Y eligió el piano...
Sí, era lo que me gustaba. Pero tampoco Dios me dio mucho talento (risas) y entonces era mucho esfuerzo. Yo valoro mucho la actitud: que te guste es lo más importante y luego ya se verá. Hay unos pocos tocados por la mano de Dios pero el resto de los mortales podemos trabajar y aprender. Y como soy de la época de la serie ‘Fama’ dije: “Pues eso lo quiero yo”.
Y ahí es donde decide montar su escuela de música.
Sí, llevamos treinta años. Yo siempre dije que la Sinfónica fue un empujón. Yo iba a Durán Loriga, al PIC (Punto de Información Cultural) y entraba en un ordenador que era como una patata y empezaba a leer para ver qué proyectos musicales había por el mundo y me topé con el proyecto de escuelas de música que había en Francia y que se extrapoló en Madrid, en Tres Cantos. Y les llamé para preguntar cómo hacían. Fui buscando información, leyendo y así fui haciendo el proyecto.
¿Somos muy musicales los coruñeses?
Muchísimo. Y, además, listísimos, te lo puedo asegurar. Creo que vendrán muchas más cosas buenas para La Coruña no solo como melómanos sino también como educación musical. Bueno, algún día le daremos una vuelta a la educación musical y sobre todo desde la más tierna infancia.
“Echo mucho de menos la política; básicamente por el contacto con la gente, por esa vocación pública y de servicio. Ahora que soy mayor, me veo más preparada
¿En qué sentido?
Es muy importante que todo el mundo tenga la oportunidad desde edades tempranas. Baremboin, un director muy prestigioso, consiguió, con su edad, un proyecto para enseñar media hora de instrumento individual en los colegios. Yo, como soy muy viva, creo que estaría fenomenal hacerlo y que las entidades privadas pudiéramos estar ahí.
¿Qué es lo que le hace sentirse orgullosa de ser coruñesa?
El carisma. El coruñés es muy transparente, te dice las cosas como son. Lo de “depende” que salió en el vídeo de Turismo... Yo ya no veo tanto depende. Y me gusta esa locuacidad. Te preguntan realmente cómo estás. Siempre digo que, si estás bajo de ánimo, pasea por La Coruña. Otras ciudades son muy frías.
¿Y lo que no le gusta?
Lo que no me gusta últimamente son estas batallas tan grandes que hay a nivel político. Y no me gusta que no se cuente mucho más con los ciudadanos.
¿Echa de menos la política?
Muchísimo. Básicamente por el contacto con la gente, aunque aquí tenemos mucho contacto con las familias, esa vocación pública y de servicio. Ahora que soy mayor, me veo más preparada. Y sí la echo de menos, mucho.
Cuando viene gente de fuera, ¿a dónde la lleva?
Al monte de San Pedro, al Paseo Marítimo... Primero, el mar. Y la plaza de María Pita. Bueno, las terrazas están muy mal, pero la plaza está fenomenal. Y un lugar por donde me encanta pasear son los Cantones. Lo que pasa es que yo La Coruña la entiendo como una prolongación, debería estar todo más unido y más conectado con el área metropolitana.
Si tuviera una máquina del tiempo, ¿a qué época viajaría?
Me iría al castillo de San Antón para defender la ciudad de los ingleses y de Francis Drake. Soy muy pro María Pita.
Preguntas cascarilleiras |
Si le hago elegir, ¿prefiere los churros de Bonilla o los del Timón? Me voy a quedar con los de Bonilla, que es a donde nos llevaban mis padres de pequeñas, pero es que los del Timón están espectaculares también. Que procuro no tomarlos, todo sea dicho (risas).
¿Monte de San Pedro o jardines de Méndez Núñez? Ay, es que esos dos sitios me gustan... pero me voy a quedar con las vistas, con el monte de San Pedro.
Para tomar algo, ¿calle de la Estrella o de la Barrera? La calle de la Estrella es muy divertida, así que me quedo con esa.
¿Agua de Emalcsa o embotellada? Del grifo. Los entendidos lo saben pero creo que La Coruña tiene una de las aguas con mayor calidad de España.
¿Suele recorrer la ciudad a pie o en coche, en bus, en taxi? Por desgracia, cuando tengo que ir deprisa, llevo mi coche. Pero, siempre que puedo, lo dejo aparcado lejos porque así de paso camino y hago ejercicio, que me viene bien.
¿Playa de Riazor o playa del Orzán? Yo iba a Riazor. La del Orzán me gustaba pero es que al final es que todos quedábamos en Riazor. No sé por qué, pero mi pandilla y mis amigos íbamos todos a Riazor.
¿Helados tradicionales como la Colón o sabores modernos? Es que vuelve a pasar lo mismo, procuro tomar poco azúcar (risas). Me gustan más los sabores tradicionales.
¿Cuál es el suyo? El mío es el de chocolate con nata.
¿Es más de una verbena o de un concierto en el Coliseum? A mí me gusta mucho la verbena. Muchísimo. Y los conciertos, claro pero no me gusta cuando se aglomera mucha gente. La verbena parece como que la disfruto más, está todo como más cercano. Los conciertos los admiro un montón pero yo, si me proponen un plan, me voy a una verbena.
A la hora de elegir una fiesta, ¿Carnaval o San Juan? Ahí soy un poco bipolar. De pequeña me disfrazaba muchísimo y me gustaba muchísimo disfrazarme y el Carnaval en La Coruña es muy divertido. Pero el San Juan nos acostumbramos a esa fiesta macro, que llama la atención de toda España y claro, también soy muy fan. Es que claro...
Si resultase fácil elegir no tendría tanta gracia el cuestionario. Ya, pero ¿ves?, soy bipolar (risas).
¿Dice más chorbo o neno? Ay, esa pregunta... es que no digo ninguna de las dos. Me inclinaría más por neno (risas).
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